En el marco de la jornada final del 23er Congreso de Aapresid, se realizó en la Sala Rizobacter, la disertación Quo Vadis Argentina Federalismo y República, que tuvo como protagonistas al constitucionalista Antonio María Hernández, y a los economistas Alberto Porto y Juan José Llach y que contó con la moderación y la participación activa del periodista Alfredo Leuco.
A lo largo de la hora que duró la exposición, manifestaron su preocupación por la crisis política, económica y social del país –que en sus opiniones se agudizó en la última década- y se coincidieron en adjudicar muchas de sus causas al centralismo y el presidencialismo instalados. Analizaron cada una de sus manifestaciones y demostraron los beneficios de contar con un verdadero federalismo, donde el poder deje de estar concentrado en Buenos Aires y los recursos se repartan equitativamente entre provincias y municipios del resto del país.
“Estamos saliendo de una tierra arrasada y vamos hacia la tierra prometida. Todos los problemas tienen solución. Las cosas se solucionaran en el mediano plazo. Hay una fractura social expuesta, que es como yo llamo a la famosa grieta”, dijo Leuco en su breve discurso de apertura. Y tras agradecer a las autoridades de Aapresid y destacar el espíritu del encuentro por “exponer y no ocultar las dificultades de la Argentina de estos tiempos y mirar a futuro para potenciarla”, manifestó su esperanza de que la charla que presentaba sea una contribución a “destruir las trincheras y generar una sociedad cohesionada, porque ninguna sociedad crece económicamente son inclusión si está dividida”. Antonio María Hernández comenzó su discurso con una afirmación: “No hay posibilidad de un destino cierto si no logramos el cumplimiento de una constitución: una democracia republicana y federal”, dijo, y reflexionó sobre la pérdida del apego a la ley que caracterizó al país desde el año 30 en adelante. Expuso luego una serie de distorsiones que viene padeciendo el país y que tienen como denominador común el centralismo en Buenos Aires y en la figura del presidente como concentrador de poder. “El hiper presidencialismo, que es la patología más grande de la Argentina, afectó la forma federal de Estado porque se ejerce en base al látigo y la chequera, poniendo de rodillas a los gobernadores e intendentes del resto del país”, sentenció. En alusión a las opciones para las elecciones que se avecinan lamentó que no se vislumbre que en el Congreso vaya a haber voces que defiendan las autonomías. “El 85 por ciento de los subsidios van al área metropolitana de Buenos Aires, sea en transporte, en gas, en electricidad, o en salud. Esa concentración es política, económica, demográfica, y cultural”, afirmó. Como desafío planteó que es necesario potenciar los equilibrios territoriales y favorecer a las regiones menos pobladas o más desfavorecidas en cuanto a los recursos y puso como condición ineludible que el Congreso sancione un presupuesto federal. Para el cierre se reservó una dura crítica a la clase política actual y una manifestación de deseo: “Esta es una campaña sin debates ni ideas, con políticos ordinarios que solo piensan en la próxima elección y no en las próximas generaciones. Queremos una agenda federal, un verdadero cambio en Argentina”, dijo. A su turno, el economista Alberto Porto expuso sobre la necesidad de encarar una reforma del régimen de coparticipación federal de impuestos en el país. Rebatió con datos concretos la creencia de que una descentralización resulta costosa. Según enumeró, “es la forma que más preserva los mercados, es un orden natural, y fomenta la participación política como vía para escapar al centralismo y el autoritarismo”. “En la era actual la Nación quedó demasiado pequeña para los grandes problemas que surgen”, dijo, y citó como ejemplo el flagelo del narcotráfico en las grandes ciudades. Entre las intervenciones que cuestionó del gobierno nacional en materia económica mencionó las retenciones, el impuesto al cheque y a los salarios y las definió como parte de una lógica que tiene ese poder centralizado y que se basa en “quedarse con todo y no coparticipar al resto”.
En este sentido consideró que el gobierno avanzo con fuentes tributarias que son potestad de los municipios como las transferencias de tierras, por ejemplo, y transfirió gastos sin contrapartida financiera. “Estas políticas provocan un deterioro en las provincias, que podrían tener mejor educación, mejor salud, y mejores rutas entre otras cosas. Hay centralismo en los gastos y en los recursos”, sostuvo. Y al igual que Hernández, para finalizar expuso su decepción con la falta de propuestas al respecto en las campañas políticas: “Solucionar todo esto de golpe no es fácil, pero los candidatos no dijeron nada. Algunos hablaron de aumentar el mínimo no imponible y eliminar retenciones, pero nada más. Las urnas tendrán la palabra, pero estamos entre que todo siga igual y lo impredecible de los otros candidato. No escuché ninguna propuesta interesante”, concluyó. Por último, Juan José Llach comenzó diciendo que “todos somos federales de la boca para afuera” y comentó a los asistentes que junto a los anteriores expositores se sentía “predicando en el desierto” ya que el debate sobre el federalismo parece no estar en las prioridades de la discusión actual. Llach fue directo al análisis económico de la situación argentina y reconoció que entre el 2007 y el 2008 “hubo una esperanza porque dejamos de caer pese a la crisis mundial”, pero advirtió que desde 2012 el crecimiento se detuvo y eso provocó “una vuelta al retraso”. Según el economista y sociólogo, lo que caracteriza a la Argentina es cierta desmesura que hace que todo se resuelva con drásticos cambios de rumbo como los que hicieron que, entre otras cosas, pasemos de la libertad de mercado a las restricciones. Criticó que la presión tributaria sea, en promedio, mayor a la de los países desarrollados y que haya un elevado déficit fiscal financiado con emisión monetaria. “Esas son las rarezas argentinas que nos llevan a estar como estamos”, reflexionó.
En tren de críticas afirmó que “el mismo sistema nefasto que concentra recursos en el estado nacional es el mismo que despuebla el interior y castiga al productor”, y para finalizar su exposición se refirió al desafío de encausar las voluntades políticas para ir a un nuevo contrato federal que de más poder tributario a las provincias. “La cuestión estructural es preguntarnos si queremos una Argentina donde haya inclusión social en serio, integrada y sin pobreza o si queremos otra cosa. Esa es la clave y para eso es necesario que todos nos metamos en el tema”, concluyó.