En el caso del maíz, alcanza con observar cuidadosamente el cultivo para saber cómo estamos trabajando. El paso del cabezal de cosecha tiene un efecto sobre cada una de las plantas. Este efecto es el resultado de tres fuerzas aplicadas precisamente sobre el tallo en el mismo momento que el maicero realiza el arrancado de la espiga.
Por un lado está la velocidad de avance que empuja la planta hacia adelante, claro está. La segunda de las fuerzas está determinada por el giro concéntrico de los rolos espigadores. Esta fuerza entonces es perpendicular al eje de giro de los rolos y hacia abajo. Vale aclarar que no es una fuerza vertical sino levemente inclinada hacia atrás debido al ángulo de inclinación que los rolos tienen con respecto a la horizontal.
Por último la tercera de las fuerzas que interactúa es el movimiento hacia atrás que generan los rolos sobre la planta producto de las espiras (tipo rosca de un tornillo) y las cadenas acarreadoras.
En la imagen pueden verse las tres fuerzas mencionadas y la resultante que surge de la composición de las mismas. De esta última depende la posición en que quedará el tallo de la planta luego del paso de la cosechadora. Lo que es claro es que la resultante nunca debe estar inclinada hacia atrás.
Mirada a campo
Observando entonces el estado de los tallos pueden ocurrir las siguientes situaciones que le indicarán si la velocidad es adecuada, siempre considerando que no se haya producido un ataque de hongos en la base de los mismos.
Cuando los tallos se encuentran inclinados hacia adelante en el sentido de circulación de la máquina, con un ángulo no mayor a 40 grados con respecto a la vertical significa que la velocidad es adecuada para ese maicero.
Cuando ese ángulo es cercano a cero, es decir, que los tallos se observan casi verticales, la velocidad podría ser algo superior, de continuar así se estará perdiendo tiempo y por ende la capacidad de trabajo es menor a la óptima.
En el otro extremo, cuando los tallos están prácticamente volcados sobre el suelo, la velocidad de avance es excesiva para ese cabezal. Siempre considerando que la humedad del suelo sea la adecuada para la cosecha, ya que de lo contrario tiene efecto sobre el estado en que se verán los tallos.
En esta situación, de tallos muy inclinados, seguramente se encontrará gran cantidad de granos y espigas en el suelo, después del paso de la máquina, atribuibles a la plataforma. Además puede ocurrir la entrada de plantas enteras a la máquina que dificultan el trabajo del sistema industrial además de cargar tierra que puede ir con los granos a la tolva.
La decisión a tomar frente a esta situación pasa por reducir la velocidad de avance de la cosechadora hasta tanto los tallos se observen según se mencionó más arriba, en la primera instancia. Hay que recordar que en esto tiene efecto también el régimen de giro de los rolos por lo que se debe hacer cuidadosamente esta puesta a punto.