Debido a que las conclusiones que se pueden derivar de un estudio epidemiológico, o decisiones de control dependerán de la medición correcta de una enfermedad, es necesario que el sistema adoptado para el estudio del patosistema reúna ciertas características. Debe ser: exacto, preciso, reproducible, eficiente y económico. Los estudios pueden perseguir diferentes fines; desde la profundización realizada por especialistas (fitopatólogos) para caracterizar híbridos o generar curvas de progreso de enfermedad, hasta la medición de monitoreadores de campo, que deben cubrir muchas hectáreas estimando qué nivel general de enfermedad posee un lote, y si se está acercando al momento de tomar una decisión de control químico (Ploper, 2003).
La posibilidad de ser reproducible y eficiente serán las características más difíciles de obtener ante grupos con escaso entrenamiento, o que deben cubrir muchas hectáreas en sistemas de monitoreo.
Se diseñaron estructuras rectangulares de 10 cm x 22 cm. en material flexible, que consta de un eje central y 10 espacios equidistantes a cada lado del eje. Para la determinación del tamaño más conveniente de los espacios se desarrollaron varios diseños diferentes, que fueron validados a campo por distintos grupos de monitoreadores (Foto 1). Los estudios de campo para definir forma definitiva se realizaron sobre híbridos susceptibles a roya común. Se realizaron 50 sitios de evaluaciones en total, abarcando situaciones de campo en SE de Córdoba, SO de Santa Fe y NE de Buenos Aires. En cada caso se hicieron repeticiones dentro del lote, y se evaluó roya común, utilizando la regla de espacios y al menos uno de los métodos patométricos tradicionales (escala de Peterson o recuento de pústulas).
Foto 1: Diseño de la regla de los espacios y ubicación en la planta
Se encontró alta correlación (r2=0,862) entre los espacios cubiertos por la regla y la severidad de roya, estimada con escala Peterson, cuando los espacios fueron de 2,5 cm x 2,5 cm. Huecos menores o mayores a estas medidas subestimaron y sobrestimaron la enfermedad respectivamente, induciendo a evaluaciones dispares entre evaluadores que se tradujeron en baja correlación de datos (r2=0,267). En la zona de Córdoba grupos CREA utilizaron la medida de pulgada cuadrada en la regla y la correlacionaron con número de pústulas (como promedio de las tres hojas que rodean la espiga), encontrando una correlación muy buena (Gráfico 2). A partir de estos trabajos se estableció una escala cualitativa, que relaciona el número de espacios medidos por la regla, con un nivel de enfermedad en la hoja (Cuadro 2).
Cuadro 2. Escala cualitativa para estimar nivel de enfermedad foliar en maíz, con uso de regla de espacios.
Gráfico 2. Correlación entre el número de pústulas y la sumatoria de cuadrados ocupados por pústulas en la regla, para las tres hojas de la espiga. Fuente: Ensayos CREA, Martín Sánchez.
Esta propuesta no reemplaza a ninguna de las escalas comúnmente utilizadas para este tipo de trabajo, sólo ofrece una herramienta para aquellos técnicos de campo, no fitopatólogos, que deben orientarse en su labor de monitoreadores. Recordemos que el monitoreo es un sistema de muestreo no probabilístico que se utiliza para determinar presencia o densidad de plagas en tiempo y espacio.
Margarita Sillon