Gustavo Grobocopatel se consolidó como hombre de agronegocios, con un particular sistema de producción de soja, trigo y maíz bajo arriendo de tierras y tercerización del trabajo. Los Grobo creció, se regionalizó y se diversificó con empresas dedicadas a la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías para la producción, incluyendo la provisión de datos vía satelital. “Debería ser el ‘rey del bit’”, bromea, en alusión a su histórico mote de “rey de la soja”.
–Usted dijo que Argentina debe seguir apostando a la soja…
–Seguro. Es como el caballo de Troya que puede abrir el mercado a otros productos. El mundo la demanda y nosotros podemos producirla en forma sustentable. Alienta otras industrias, porque para hacer soja se consumen máquinas, autos… Y no hay que subsidiarla. Como los argentinos apoyamos al fútbol y al Papa, tenemos que apoyar a la soja.
–¿Y cuál es la perspectiva de precio para las dos próximas cosechas?
–Los precios suben y bajan. Lo importante es la cantidad y deberíamos producir más. Hoy producimos 100 millones de toneladas, este año menos. De haber seguido el ritmo de crecimiento de otros países de la región, deberíamos producir un 50 o 60 por ciento más. Entrarían más dólares, habría más reservas, no habría corridas contra el dólar y los salarios estarían mejor estructurados.
–¿Sigue con la idea de que hay que reemplazar las retenciones por otro tributo?
–No hay que pagar menos impuestos, sino hacerlo de forma diferente. Las retenciones gravan el ingreso y se pagan haya o no utilidades. Debe sustituirse por más Ganancias o un impuesto a la tierra; que sea mayor cuanto mayor el potencial productivo.
–¿La ley de semillas y la habilitación para que Monsanto cobre royalties sobre la soja transgénica a partir del año que viene son medidas en camino correcto?
–Creo que hay que desmonsantizar la ley de semillas que, junto con las regalías, es como Sadaic: un compositor hace una obra y quien la reproduce tiene que pagar derechos de autor. Lo mismo con las semillas: hay que repagar la investigación científica para que se pueda seguir invirtiendo. Hay que pagar la patente cuando se compra la semilla. Agricultura tenía una propuesta a la que yo adhería…
–¿Por qué desinvirtió en Brasil y reforzó la apuesta en Argentina?
–Fue una medida táctica y no estratégica, porque creemos que tenemos que regionalizarnos. Sólo que se dio la oportunidad de vender y lo hicimos, previendo que Brasil iba a tener problemas. Pensamos que en Argentina se viene un período bueno para expandir los negocios en la agroindustria.
–¿Por qué cree que va a haber un cambio de política para el sector?
–Exactamente. Producimos alimentos para 400 millones de personas y podemos producir para para 800. En los últimos años hubo políticas erradas. No es una posición ideológica; pero creo que cometimos un error y no nos merecemos esta turbulencia.
–¿Algún candidato con chances electorales garantiza en mayor medida ese cambio favorable a los agronegocios?
–Todos los candidatos tienen en claro que hay que hacer rectificaciones urgentes para evitar que una catástrofe. Bajar las retenciones, abrir el mercado para exportar, ordenar macroeconómicamente a la Argentina. Si podemos exportar más, más rápido entran los dólares. Y el agro puede conseguir eso.
–¿La nueva prórroga para invertir en Cedin y Baade puede ser eficaz?
– Lo eficaz es crear las condiciones para que las inversiones vengan. Hay oportunidades de negocios en minería, energía, software, obra pública. Pero tiene que haber un marco legal confiable.