Mientras que para los estudiantes, por ejemplo, la llegada de la primavera es sinónimo de entusiasmo, para los productores lecheros suele ser una época de preocupación.
Sucede que cuando comienza a subir la producción de leche, como ocurre con la llegada de las lluvias, los precios de la materia prima tienden a descender. La razón esgrimida por la industria para justificar este razonamiento es que la sobreoferta estacional dificulta su comercialización.
Este año, el arribo de la estación de las flores traería una excepción al tradicional ciclo lechero. Si bien habrá, como todos los años, un pico de producción, desde la industria aseguran que no habría inconveniente para ubicarlo. Ojalá así sea.
Con un mercado interno que no tolera más un litro de leche, pero que tampoco lo rechaza y se mantiene firme en 210 litros por persona por año, la exportación se encargaría de colocar los excedentes y de mantener en los valores actuales el precio de la materia prima que perciben los tamberos.
El buen momento que atraviesan los precios internacionales hace que la tarea de la industria sea más rentable, aunque su menor competitividad (por la inflación y el tipo de cambio) la convierte en una cenicienta respecto de sus pares en la región.
Algunos analistas se atreven a asegurar que, con un valor de entre 4.200 y 4.500 dólares la tonelada de leche en polvo, al que se cierran actualmente las operaciones, la industria estaría en condiciones de pagarle al productor 45 centavos de dólar, o 2,40 pesos en su equivalente en moneda nacional.
Mientras el valor promedio recibido por los productores osciló en junio en 2,10 pesos por litro, algunas empresas ya anunciaron actualizaciones para la liquidación de julio. Una de ellas fue La Serenísima, que les comunicó a sus proveedores un reajuste de cinco por ciento en el precio.
Con la exportación traccionando, en el sector hay algunos optimistas que se atreven a pronosticar una primavera sin bajas en los precios.
Por lo pronto, hay empresas de primera línea que ya tienen garantizada la colocación de la producción de los próximos dos meses. El escenario favorable para la lechería se completa con una buena relación de precios frente a la agricultura, uno de sus grandes competidores.
Los productores recuerdan, no con agrado, que a finales del año pasado recibían 1,60 peso por litro y que la soja costaba 1.950 pesos por tonelada. Este perjuicio, sumado a la inflación, hizo que muchos tambos tocaran la lona.
Hoy, la ecuación se dio vuelta, al menos con los precios relativos, y hasta la leche se atreve a mojarle la oreja a la soja. El valor de la materia prima es de 2,10 pesos por litro y la soja cuesta 1.800 pesos por tonelada. Un buen momento para que, con mayor volumen, los productores lecheros se puedan recuperar y pelearle a la inflación.