La devaluación del peso argentino instrumentada por el gobierno nacional a comienzos de este año –lejos de beneficiar al sector agrícola– contribuirá en muchos casos a descapitalizarlo.
Los empresarios agrícolas vienen pagando hace años un impuesto a las Ganancias superior al que deberían abonar por el hecho de no poder ajustar por inflación las utilidades obtenidas. Pero en el presente ejercicio económico ese fenómeno se agravará por efecto de la devaluación ocurrida a fines de enero pasado.
Una empresa agrícola que en el ciclo 2013/14 obtuvo –por ejemplo– 500.000 pesos de utilidades antes de impuestos, tendrá que pagar un monto de 175.000 pesos en concepto de Ganancias (35%). Pero si se deflaciona esa utilidad bruta por la inflación mayorista reconocida en el último año por el Indec (IPIM: 25,7%), el pago por Ganancias sería de 130.000 pesos (sobre una utilidad neta de 371.500 pesos). Es decir: ese empresario agrícola pagará 45.000 pesos en concepto de utilidades ficticias.
Esos 325.000 pesos que le quedan limpios –sin ajuste por inflación– son equivalentes a unos 40.600 dólares al tipo de cambio oficial actual. Pero un año atrás esa misma suma permitía acceder a 62.500 dólares.
Al tratarse de una actividad con costos que en su mayor parte están dolarizados (arrendamientos, agroquímicos, semillas y fertilizantes), la licuación de capital por el combo inflación + pago de Ganancias por utilidades ficticias hará que este año los productores tengan muchos menos recursos para invertir en el próximo ciclo 2014/15.
Esa descapitalización –que en parte, seguramente, será cubierta con financiamiento privado– influirá de manera significativa en el diseño de los cultivos por sembrar en la próxima campaña, además de promover un retraso en las decisiones de venta para intentar calzar las mismas con un tipo de cambio más acorde a los costos presentes en el ciclo 2014/15.
Los contratos futuros de dólar negociados en el Rofex prevén a la fecha un tipo de cambio oficial de 10,7 $/u$s para mayo de 2015.