En la última década el rinde promedio de soja de las empresas que integran el CREA Bermejo es de 25,7 qq/ha. El máximo rinde (33,6 qq/ha) se registró en el ciclo 2010/11. Desde entonces las sequías y el impacto cada vez más intenso de las plagas y malezas no permitieron volver a superar esa marca.
Las empresas que trabajan en esa región productiva, localizada en la zona de influencia de la ciudad salteña de Tartagal –en el extremo norte del país– son inviables en la actual coyuntura porque el rinde de indiferencia de la soja en la campaña 2015/16, con un precio esperado de 210 u$s/tonelada en mayo del año que viene (Matba), es de 46,0 qq/ha. Es decir: algo imposible de alcanzar.
El cultivo de maíz también es inviable: el rinde de indiferencia proyectado para el ciclo 2015/16 con un precio esperado a cosecha de 125 u$s/tonelada, es de 110,0 qq/ha, cuando el promedio de los últimos diez años del grupo CREA se ubica en 53,8 qq/ha con un máximo de 67,4 en 2014/15. Es decir: se necesita prácticamente duplicar el mejor rinde promedio logrado en la última década para que los ingresos proyectados se equiparen con los gastos totales requeridos por el cultivo.
“Algunos empresarios decidieron no sembrar en la próxima campaña, mientras que otros, para mantener los puestos de trabajo, sembrarán reduciendo gastos al mínimo, apostando que el año que viene se produzca un cambio de escenario”, comenta el asesor del CREA Bermejo Francisco Puló en un artículo publicado por InfoCREA.
Las once empresas que integran el grupo CREA dejarán de sembrar este año unas 40.000 hectáreas. “Semejante caída de superficie tendrá un impacto económico y social importante en la zona”, indica Puló.
Los elevadísimos costos de fletes –entre Tartagal y las terminales portuarias de la zona de influencia de Rosario existe una distancia superior a 1400 kilómetros– se llevan la mayor parte del ingreso de los productores de la zona. La única manera de morigerar eso es eliminar los derechos de exportación vigentes sobre la soja (35%) y el maíz (20%), además de las restricciones comerciales (ROE) que generan sobreofertas artificiales de cereales en el mercado interno.
“Sin retenciones a la soja, el precio interno (con entrega en Rosario) se ubicaría en torno a 330 u$s/tonelada y el rinde de indiferencia del cultivo en la nueva campaña se reduciría a 25,0 qq/ha, lo que permitiría, aún asumiendo un riesgo climático importante, volver a hacer viable el negocio”, explica Puló.
“La soja actúa en el NOA como regulador del resto de los cultivos alternativos. En los últimos dos años, al tornarse cada vez más difícil la producción de soja, muchos productores intentaron buscar una salida en la siembra de especialidades como los porotos, chía y el sésamo, pero eso terminó generando una sobreoferta que derrumbó los precios y sólo agravó aún más el problema”, añade.
La situación del maíz es más comprometida: aún quitando las retenciones y las restricciones a la exportación, el cereal, con un precio “liberado” de 145 u$s/tonelada, tendría un rinde de indiferencia en 2015/16 del orden de 75 qq/ha.
“Aún sin un mercado intervenido, el maíz es inviable por los bajos precios internacionales y la enorme distancia que aquí tenemos hasta las terminales portuarias”, indica el asesor CREA. “En Brasil, donde las grandes distancias también son un problema, el gobierno federal ayuda a los productores de maíz con subsidios para asegurar el abastecimiento del cereal a los productores de pollos, cerdos y bovinos”, añade.