Las economías regionales comenzaron a experimentar serios problemas de rentabilidad que amenazan su sustentabilidad. Por efecto del incremento de costos internos y el atraso cambiario —entre otras razones—, las cadenas productivas que atraviesan toda la geografía argentina como el arroz, la miel, la yerba, las peras o las manzanas enfrentan fuertes caídas de la competitividad.
Entre los inconvenientes transversales a todos los sectores productivos se encuentra el aumento de los costos internos, así como también la existencia de oligopolios agroindustriales, la alta inequidad que presenta la distribución de la renta en el sector agropecuario, la inadecuada y deteriorada infraestructura de transporte, la demora en los reintegros a las exportaciones y el cobro de tasas usurarias por parte de los bancos, según expusieron los representantes de cada uno de los complejos productivos durante el Plenario Nacional de Economías Regionales que realizó la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came), encuentro que contó con la participación de más de un centenar de representantes de 20 provincias y 40 complejos agroindustriales.
Las economías regionales pasan una importante pérdida de competitividad y la producción vitivinícola, de cítricos, tabaco y azúcar enfrentan las mayores dificultades "para trasladar las subas de costos a los precios", destaca un informe de la consultora Abeceb.com que aborda la heterogeneidad en materia de competitividad existente en los diferentes sectores de la economía nacional.
En el mismo sentido, se refiere un informe de Ieral de la Fundación Mediterránea que advierte que en las economías regionales los precios internacionales no alcanzan a compensar el atraso cambiario —salvo casos como el ajo y el azúcar— y para la mayoría de los productos de economías regionales se observa una caída del 20 al 57 por ciento del tipo de cambio real sectorial, tomando como base 2007, "cuando el dólar oficial todavía no era tan barato".
En rigor, se advierte que las pérdidas de competitividad son más acentuadas en los casos de peras, duraznos, aceite de oliva, naranjas y ciruelas secas y en ese orden se destaca que para el caso de las actividades mano de obra intensivas, el deterioro de la rentabilidad es mayor, porque los salarios han subido más que los índices de precios provinciales, que se utilizan para calcular el tipo de cambio real sectorial, detalla el Ieral.
Por su parte, Abeceb.com precisa que "actualmente la tendencia a la pérdida de competitividad por el incremento de costos constituye un factor común en materia productiva y la apreciación real del tipo de cambio es un reflejo de la caída en la competitividad externa sufrida en el pasado reciente. Es así que detrás de este proceso aparece principalmente la existencia de una tasa de inflación elevada a nivel local durante los últimos años, en un contexto de tasas moderadas y bajas de parte de los principales socios comerciales por lo que "a nivel sectorial existen heterogeneidades no despreciables según el grado de exposición a esta situación", se explica.
En ese sentido, la consultora destaca que pueden distinguirse al menos tres grupos. En un primer lugar, se ubican los sectores con ventajas comparativas naturales, que se encuentran mejor posicionados frente a esta coyuntura, y en este caso se destacan el sector sojero y la minería, donde los elevados precios internacionales se suman a las ventajas comparativas existentes a nivel local, lo que les permite —comparativamente— conservar cierto margen en materia de competitividad. También podría incluirse en este grupo a la industria automotriz.
En segundo lugar —según Abeceb.com— aparecen sectores orientados al mercado local que si bien no poseen ventajas competitivas suficientes en materia de comercio exterior, mantienen una situación relativamente ventajosa gracias a que rige sobre ellos una protección comercial. Ejemplos de este grupo son el sector textil, o el de motos, así como el de electrodomésticos y el de maquinaria agrícola. En el caso de los bienes durables, también seguirá jugando a favor la existencia de financiamiento en cuotas.
Finalmente, la consultora advierte que los sectores que se encuentran en una posición comparativa más desfavorable son las economías regionales, como los vinos, los cítricos, el tabaco y el azúcar. "En estos casos, las posibilidades de traslado a precios del incremento en los costos resultan más limitadas, lo que los ha conducido a una pérdida notable en materia de competitividad. En especial los productos con fuerte sesgo exportador a Europa —como es el caso de las frutas y los alimentos elaborados— donde la debilidad de la demanda externa limita la recuperación de los precios de exportación. Mientras que si bien el mercado interno se mantiene como una buena opción, la existencia de consumos per cápita en niveles récord —como en algunas carnes y lácteos— también hace difícil el incremento de precios", subraya.
A nivel provincial, Carlos Fascendini, ministro de la Producción de Santa Fe, explicó que las economías regionales "están en un momento complicado, por distintos motivos" y coincidió con que "hay un hilo conductor que es el aumento de los costos por el proceso inflacionario que existe en el país".
"En general son productos que tienen precios internacionales y al no moverse el dólar el aumento de costos termina siendo en dólares y se ajusta la rentabilidad", puntualizó.
El titular de la cartera productiva dijo que existen "graves problemas con la producción de azúcar porque los precios de venta no van a superar los costos". También indicó que "el arroz se encuentra muy ajustado, con la rentabilidad disminuida, aunque habrá una buena producción".
Por otra parte, señaló que en miel fracasó la cosecha, hubo muy poca productividad y por eso desde el Ministerio se están diseñando lgunas políticas de ayuda para este sector.
Omar Príncipe, secretario gremial de Federación Agraria Argentina (FAA), consideró que en la última década no hubo una política de reordenamiento y de infraestructura que sostenga a los pequeños productores y por eso "no está ni siquiera la rentabilidad mínima para que se sostengan las economías regionales".
En detalle, contó que recientemente estuvo recorriendo la zona del Alto Valle en Neuquén donde se concentra la producción de peras y manzanas y desde las diferentes cámaras de esa zona señalaron que en los últimos 10 años desaparecieron el 50 por ciento de los productores. "A los productores les pagan 80 centavos el kilo de fruta y lo que va a industria unos 20 centavos cuando el costo es 6,80. Este ejemplo lo podemos trasladar a la banana de Formosa, a los damascos de Mendoza donde le pagan 60 centavos el kilo y la fruta sale 15 pesos como mínimo en las verdulerías, o la yerba que hacen los pequeños productores en Misiones. Con la leche también pasa, el productor hace más de un año que tiene el precio de la leche congelada. Está a 1,50 el litro pero en la góndola aumentó en varias oportunidades", detalló Príncipe.
El dirigente federado coincidió en que "en cada economía regional hay una falta de perspectiva a largo plazo", aunque advirtió que el invierno de 2012 fue complicado climatológicamente hablando y eso afectó mucho a todas las producciones. "Pasamos de emergencia hídrica en Buenos Aires a heladas en la zona de Chajarí en Entre Ríos. Nos encontramos con que no tenemos rentabilidad y no nos homologan las emergencias nacionales. Hay que cambiar las políticas en el país, tienen que ser pensadas con el agricultor familiar. Tener políticas diferenciadas y segmentadas para las economías regionales, darle posibilidad de que los que hacen los alimentos en Argentina sigan haciéndolo para garantizar la soberanía alimentaria. Sabemos cuidar el medio ambiente, la calidad de los alimentos, para los argentinos y al resto del mundo", sostuvo Príncipe.
Desde FAA entienden que "hoy, los pequeños productores de las economías regionales están condicionados porque los precios que reciben por sus productos no cubren el costo mínimo de producción, están imposibilitados de utilizar una actualizada tecnología de procesos y de insumos, carecen de plazos de pagos, no tiene control sobre la calidad liquidada al finalizar el proceso de venta, y lo más grave, la cuestión impositiva está tornando inviable a la pequeña escala de producción".
Según datos de la entidad, los precios de mercado para el productor "están entre el 500 por ciento y el 3.000 por ciento por debajo del precio de góndola que paga como consumidor, siendo los intermediarios los grandes ganadores del actual sistema".