Durante la semana, se conoció el informe de Oferta y Demanda mundial que publica el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (Usda). Las miradas estaban puestas en los datos de la cosecha de ese país, en especial en la estimación de rindes.
La expectativa previa era que el organismo elevara las proyecciones, tanto para soja como maíz. Si bien no corrigió los rindes en la magnitud que se esperaba, sí hubo un aumento, suficiente para llevar el cálculo de producción de ambos granos a niveles récords para el país del norte.
Soja. Ya se venía trabajando con una superficie sin precedentes (34,3 millones de hectáreas) y ahora el rendimiento esperado también lo es: 30,5 quintales por hectárea. De esta manera, se alcanzaría una cosecha de 103,8 millones de toneladas (más de 14 millones frente al ciclo anterior).
Maíz. La última campaña marcó un récord de producción. Aunque este año el área implantada fue menor (37,1 millones de hectáreas), el clima casi ideal con el que se desarrolló el forrajero permite proyectar un rinde de 105,1 quintales por hectárea, lo que supera todo lo visto hasta ahora, con una cosecha estimada de 356,4 millones de toneladas.
Si bien todavía faltan confirmar los números finales con los trabajos de trilla, las cifras que se manejan implican claramente un escenario de sobreoferta para la próxima campaña.
Los productores han respondido al llamado de los precios y el clima acompañó en el hemisferio norte el desarrollo de los cultivos, al tiempo que la cosecha sudamericana fue también récord.
La situación queda reflejada en los mercados granarios, donde tanto la soja como el maíz han visto un fuerte recorte en las cotizaciones durante los últimos meses (en especial desde junio), los fondos han disminuido su exposición y la demanda compra sin apuro.
Tras varios años, habrá que dejar de pensar en un mercado de escasez en el corto y mediano plazo y adaptarse a la nueva coyuntura. Será más extraño ver movimientos bruscos al alza, de esos empujados por una demanda inquieta por la falta de oferta.
Los precios podrán subir, pero estarán “pesados”. Párrafo aparte merece la planificación de la próxima campaña, que parte desde valores que a primera vista lucen poco atractivos.
El productor deberá enfocarse en cerrar márgenes y aprovechar oportunidades de venta que ofrezca el mercado. Pese a que será difícil observar subas fuertes, eso no quita la existencia de necesidades puntuales por parte de los compradores, que pueden ayudar a mejorar precios.
Ahora, los negocios que permiten quedarse en dólares lucen como los más convenientes para la soja, por la incertidumbre financiera que atraviesa nuestro país.
Para el maíz disponible, las perspectivas son más complicadas a corto plazo, con la exportación tranquila y avanzando la cosecha.
Por lo pronto, es preferible tomar los valores actuales y no incurrir en gastos de embolsado, ante el ingreso inminente al mercado internacional tanto de la safrinha brasileña como del grano estadounidense.