La Pampa deprimida, la Pampa interior o arenosa y los Bajos Submeridionales se caracterizan por ser áreas de planicies extremas e inundables y en donde las condiciones del terreno limitan la evacuación de los excesos hídricos. Eso trae como consecuencia la salinización de los suelos. En este sentido, el equipo de Agrohidrología del Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar trabaja en el desarrollo y aplicación de tecnología simple y eficaz para el manejo de agua en campos bajos.
Francisco Damiano, especialista en manejo agrohidrológico de esa unidad del INTA, destacó la importancia de la aplicación de técnicas para el manejo de agua en zonas anegables de la Región Pampeana. “Estas prácticas son recomendadas para la habilitación y manejo de campos bajos, porque resuelve el problema de inundación haciendo un uso eficiente del agua verde”.
La agrohidrología incide directamente en la mitigación de las inundaciones y sequías de la región pampeana, que llevan a la salinización de los suelos, y establece un marco hídrico apropiado para acumular los excedentes de agua en los sectores menos productivos.
“Esta técnica considera que el agua de lluvia debe ser aprovechada donde cae y manejada de acuerdo al relieve en los períodos invernales de exceso, almacenando dichos excesos para la época deficitaria de verano”, señaló Damiano.
De acuerdo con Damiano, primero “es necesario identificar circuitos hidrológicos para encauzar y almacenar las aguas internas generadas dentro del sistema y conducir y reducir el impacto de las aguas generadas en posiciones externas o superiores del relieve, agregándolas al volumen del almacenamiento superficial remanente o en embalses rurales”.
Con la aplicación de esta técnica, se busca controlar los anegamientos en áreas planas. “El concepto es conducir los excesos hídricos hasta los lugares menos productivos, retenerlos lo máximo posible y permitir una evacuación controlada y encauzada aguas abajo”, expresó el técnico del INTA.
Para el manejo del agua en el lote es necesario definir el “circuito hidrológico que delimite en el terreno la partición de las aguas entre externas e internas”, indicó Damiano y agregó: “Para la identificar los escurrimientos se definen las unidades de ambiente que enmarcan las áreas de aportes a cada plano deprimido (bajos y lagunas) existentes”.
Para esto, se utilizan herramientas de fotointerpretación, imágenes de satélite, relevamiento topográfico con equipos GPS y verificaciones de campo. “Este método es muy adecuado y preciso en el diseño funcional de obras modulares y cálculo estructural de obras agrohidrológicas como presas, badenes simples, badenes bordeados, alcantarillas y vertederos”, explicó el técnico del INTA Castelar.
La adopción de esta metodología es paso previo necesario para la realización de prácticas de mejoramiento y remediación de suelos y adaptación de especies nativas e implantadas. Además, “brinda al productor mayor seguridad para planificar nuevas actividades culturales y vegetativas en áreas protegidas y hacer inversiones con el fin de obtener el máximo aprovechamiento de los recursos naturales y rentabilidad agropecuaria”, aseguró Damiano. (INTA)