El reloj de madera, en lo alto de un poste sobre la avenida San Martín, está fuera de hora, tal vez como una señal de que aquí no existe un tiempo único, sino todos los que se quieran crear.
El de la siesta, por ejemplo, que invita a pasear por el centro semidormido sentarse en los bancos de cada vereda y espiar las vidrieras que se puede, las que no están tapadas con gruesas cortinas para esquivar el sol.
El de la historia, en la ciudad más antigua de la provincia de Buenos Aires –fundada el 25 de julio de 1615– tan presente en el Club Sportivo, el Museo Alejandro Barbich, el de Autos Antiguos, y otros refugios del pasado ubicados en pocas cuadras a la redonda de “la plaza”, que es la plaza Mitre, el corazón de Baradero.
El de la fe, en la iglesia bautizada con el nombre del patrono, Santiago Apóstol; una parroquia sencilla, de paredes y techos blancos, que supo ser un rancho de adobe y desde 1912 es una construcción neogótica interesante para conocer.
El de la inmigración, a través del relato de la llegada de las familias suizas, allá por 1856. El Museo “De los Alpes a las Pampas” funciona en la imponente Casa Suiza, un edificio de 102 años que recrea en sus salones la mística de la patria de origen. Se pueden ver fotografías, trajes tradicionales, herramientas para trabajar en el campo, y documentos y certificados, entre otros objetos originales de los fundadores de la primera colonia agrícola del país. El museo se armó con donaciones de la comunidad suiza local, que cada 1°de agosto celebra su fiesta nacional con comidas típicas, como la fondue, la tabla de quesos y el chucrut.
El del río, con los diez kilómetros de costa disponibles para pescar, hacer un picnic sobre el pasto, probar con los deportes náuticos o pasear por el puerto. Al lado del apostadero naval, hay una especie de carrito-bar con mesas para tomar algo y disfrutar del aire marino. Ahí nomás, una plaza con juegos infantiles, por si los chicos se cansan de caminar. Enfrente, los antiguos galpones tuneados a puro graffiti, recuperados para recitales. Y la feria de emprendedores sociales, como Rafael, que fabrica todo tipo de objetos con madera de incienso. Los mates de este material, explica, tienen que ser curados con manteca durante tres días para aprovechar al máximo el sabor de la yerba.
Vale hacerse un tiempo en Baradero, para caminar sus calles o andar en bici sus caminitos de tierra, para subir a sus barrancas y dejarse llevar por su encanto a toda hora.