La cercanía de un default sobre la deuda argentina (especialmente la que está bajo legislación extranjera) agita con más fuerza a un mercado cambiario que, hasta hace poco, tenía hechas todas sus apuestas hacia un arreglo razonable entre el Gobierno y los holdouts. Y pone ahora en aprietos a la mesa de dinero del Banco Central.
Las mayores expectativas de devaluación, que ayer ubicaron al "blue" al borde de los $ 13, limitan las compras de dólares que hace Juan Carlos Fábrega en el mercado al contado y lo obligan a redoblar sus esfuerzos en el de futuros.
El Central debió insistir ayer con la estrategia de siempre: una fuerte venta de contratos de divisas en el Mercado abierto electrónico (MAE), la única de las dos plazas de derivados en donde no se ve condicionado por límites para operar, y con la que pretende influir (por arbitraje) sobre la expectativa de todo el mercado. El volumen en MAE saltó ayer a u$s 357 millones; el doble del promedio operado a lo largo del mes.
En el mercado interpretaron su acto de presencia como una sobreactuación que buscó mostrar la capacidad que aún mantiene para determinar precios, más allá de las limitaciones que sufre en algunas posiciones de contratos de dólar en el Rofex.
Sucede que, por ahondar en esta estrategia, el Central ya alcanzó los límites establecidos por esa plaza en los vencimientos más cortos (son los mismos que rigen para el resto de los participantes, más allá de que el organismo no debe afrontar multas); y se ve obligado por esto a actuar sobre posiciones más largas o, como ayer, directamente en el MAE. Una evidencia de esto es la diferencia que todavía existe entre los precios de ambas plazas: las del Rofex son, por estas limitaciones del Central (y a pesar de que por arbitraje los precios tienden a igualarse), levemente más altas que las del MAE, y por la misma razón, tienen implícita en sus cotizaciones una mayor expectativa de devaluación.
El Central está más preocupado ahora por esta tendencia alcista que todos empiezan a ver en el dólar. Los exportadores prefieren terminar el día con su efectivo en moneda extranjera y retacean algo más la liquidación de divisas: el volumen operado en el mercado de cambios cayó un 30% en estos dos últimos días y redujo a un mínimo las compras de divisas que hace el organismo oficial. Con un volumen de negocios de apenas u$s 163 millones, la mesa que dirige Juan Basco sólo se pudo quedar ayer con u$s 20 millones limpios al final de la jornada.
Simultáneamente, el Central salió ayer a planchar los precios de los contratos a futuro en el MAE y logró, con esto, reducir entre medio y dos centavos el tipo de cambio esperado para cada vencimiento anterior a fin de año. Para el 31 de diciembre próximo, el dólar quedó determinado en $ 9,2450. Llegar a ese tipo de cambio exigiría al Central devaluar el peso en sólo un 30%. Es un ritmo de depreciación que iguala la inflación oficial, pero que se ubica muy por debajo del índice de precios que miden la Ciudad de Buenos Aires y las consultoras privadas.
En el Rofex, esa tasa de devaluación supera levemente el 31%. En esta plaza, según la normativa de la cámara compensadora de futuros Argentina Clearing , los participantes del mercado no pueden tener abiertos más de 300.000 contratos por posición. Para el Central, es un obstáculo más con el que deberá convivir en sus esfuerzos para frenar al dólar y sumar reservas, en un escenario que promete menor ingreso de divisas y mayores expectativas de devaluación por la decisión argentina de adentrarse en un default.
No será el único. En el mercado ya presumen que el desplome de títulos que se daría a partir del 30 de julio restará efectividad a las clásicas operaciones que realizaban hasta hace poco tanto el Central como la ANSES para contener la suba del dólar paralelo: vender bonos en el mercado de capitales para reducir el precio del contado con liquidación o comprar bonos en dólares con divisas para actuar sobre el dólar "Bolsa".