En paradores como Abracadabra, La Caseta y Arena Beach el sol se despide más tarde que en las playas céntricas y los días se cierran con música electrónica y bandas en vivo. Con más camastros que carpas, son las favoritas de los jóvenes, las que imponen las ondas del verano y donde las marcas eligen promocionar sus productos. Algunas proponen clases de yoga y pilates, otras tienen canchas de tenis y minigolf. La más exclusiva es La Reserva Beach Club, elegida por las familias, y con precios más salados que el mar, a cambio de servicios y trato vip.
Hay que hacer un tirón en auto para alcanzar estas arenas, pero la recompensa de aire puro es impagable. A pocas cuadras se encuentra el Bosque Peralta Ramos, unas 400 hectáreas verdes con casas que se esconden entre coníferas, sauces, eucaliptus y álamos. Otro mundo. Si hace frío o está lluvioso, el mejor programa es tomar el té en La Cabaña del Bosque, donde recibe Sonia De Francisco desde hace 28 años.
Un poco más allá de Chapadmalal, por la ruta 11, se llega a Miramar, que aspira alto con una nueva urbanización de 304 lotes llamada Cardón Miramar Links, administrada por el Grupo Cardón. Comprende el histórico campo de golf de 18 hoyos diseñado en 1927 por los ingleses, el único links de tipo escocés en Sudamérica, al estilo Saint Andrew´s. Sus obstáculos no son árboles ni lagunas, sino el mismo viento marino, que es bastante caprichoso, y eso hace más divertido el juego. También se aggiornaron el club house y el hotel, reservado para los huéspedes de los propietarios.
Pasado el balneario Frontera Sur, se abre un desierto de dunas sólo frecuentadas por gaviotas y una fauna fierrera de 4x4, motos y cuatriciclos. Una forma de recorrerlas es en los camiones rusos de La Marítima, preparados para hacer expediciones por la arena. La travesía larga llega hasta Mar del Sur, a 15 km, bordea el Vivero Dunícola y vadea arroyos, con un alto para hacer sandboard en el médano Blanco, de 35 metros de alto.