La Sociedad Rural Argentina (SRA) está celebrando 150 años; sólo por este acontecimiento, la edición 2016 de la tradicional exposición de Palermo podría ser calificada de manera especial. Pero hay otros condimentos que le agregarán mayor atención y relevancia al encuentro: primero, el cambio de expectativas que vive el sector agropecuario; y segundo, estrictamente vinculado con el anterior es que, después de 14 años, un presidente volverá a estar en el acto oficial, programado para el 30 de junio.
Para el titular de la SRA, una prueba de este ánimo renovado son los números que exhiben actividades vinculadas al agro, desde las ventas de insumos hasta las de camionetas. En una entrevista con Agrovoz , consideró que estas "señales" de los productores tienen que servir como plataforma para trabajar sobre la competitividad. También respondió sobre el legado del kirchnerismo y dio su visión sobre el futuro del gremialismo rural.
–La Expo Rural está a punto de comenzar en un contexto nuevo. ¿Cuál es el balance? ¿Es realmente un año bisagra?
–La verdad es que generó mucha confianza que el Gobierno haya cumplido a pocos días de asumir sus promesas de campaña de eliminar y reducir retenciones, unificar el tipo de cambio y eliminar las prohibiciones de exportar. Esa confianza puso rápidamente en marcha todo lo que es el campo y vemos cómo hay señales ya muy concretas y muy buenas de reactivación en muchas actividades productivas: subió la venta de insumos, tanto de fertilizantes, como herbicidas y semillas; se está agrandando la superficie sembrada en cultivos como trigo, que va a crecer casi un millón de hectáreas; lo mismo que el maíz, y medio millón de hectáreas más para el girasol. Hay retención de vientres, bajó el porcentaje de hembras en la faena, el auto más vendido del año es una camioneta. Son todas señales concretas de que el campo ya arrancó.
–Pero siempre hay temas en la agenda…
–Obviamente. Hay temas a los que todavía no se le encontró solución como la cuestión de la lechería, debido a la caída internacional de los precios. Y creemos también que llegó el momento de, junto con la parte pública, trabajar lo más rápido posible en mejorar la competitividad. En el mundo manda lo que hacen nuestros competidores. Si vamos a producir más alimentos y competir con otros productores para entrar a determinado mercado, hay que ver qué condiciones tiene nuestro competidor: si no tiene inflación, hay que trabajar en Argentina para bajarla; si se financia a tasas de un dígito y nosotros estamos al 20 o 30 por ciento, hay que bajarlas; si tienen acuerdos comerciales para acceder a los mercados pagando poco o cero por ciento de arancel, cuando nosotros pagamos 12, 17 y hasta 29 por ciento, tenemos que trabajar para acabar con eso.
–En resumen: el Gobierno tomó las medidas, el campo respondió y ahora hay que mejorar la competitividad…
–Lo que tenemos que preguntarnos ya mismo es qué vamos a hacer con todos esos alimentos que planeamos producir, porque si hoy ya producimos 10 veces más de lo que necesita Argentina, ¿qué pasa cuando produzcamos 12 o 14 veces más? Compartimos la visión de no ser granero, sino supermercado del mundo, pero para vender alimentos hay que tener estrategia, desarrollar un plan, ser competitivos. Eso es lo que hay que trabajar y tenemos que hacerlo junto con la parte pública; ni los privados lo podemos hacer solos ni los públicos tampoco, pero es necesario para que entre más capital al país, para generar inversión, empleo y arraigo en donde producimos.
–Entre los sectores sin solución, usted reconoció a la lechería. ¿Cómo se sale de esta crisis?
–Lo primero que hay que recordar es que, cuando la leche en polvo llegó a cinco mil dólares la tonelada, el Gobierno anterior no dejó exportar más que el equivalente a 1.500 dólares; es decir, no dejó que en los momentos con buenos precios, los productores nos pudiéramos capitalizar, como sí pudieron hacerlo nuestros competidores. Ahora, el valor de la leche subiría hacia fin de año; entonces, lo que tendríamos que lograr son herramientas de financiamiento para que los tamberos puedan llegar a ese plazo. Por otro lado, transparentar lo más posible la cadena, porque vemos una gran brecha entre lo que recibe el productor y lo que paga el consumidor. Hay que evitar abusos, ver si no hay situaciones de posición dominante, oligopolios.
–Hace una semana hubo una reunión por la lechería en la que la mayoría de las entidades, salvo ustedes y Coninagro, dieron un portazo...
–No le vemos un fin práctico a irse intempestivamente cuando hay diálogo y gente idónea trabajando para solucionarlo.
–¿Una pauta del cambio es también recibir a un presidente tras 14 años de destrato?
–Sí. Un ejemplo de generar confianza es que un presidente esté en los temas agropecuarios y agroindustriales, como el otro día en Europa, que vimos públicamente por televisión que defendía la entrada de productos agrícolas a la Unión Europea.
El legado K
–¿Cuál va a ser su mensaje en la Rural?
–Que nos dejaron un país devastado, depredado, con muchísimos problemas de infraestructura, de corrupción, de tarifas, dilapidando los recursos energéticos; y tenemos que trabajar cada uno desde nuestro rol para lograr recuperar este desastre que dejó el gobierno anterior, lo que va a llevar su tiempo y va a necesitar del esfuerzo de todos, porque estamos pagando la fiesta populista del gobierno de los Kirchner.
–Eso que califica como "desastre" también dejó secuelas en la imagen del agro. La Rural fue acusada de ser la cuna de la oligarquía, por ejemplo.
–La respuesta es simplemente ver que el principal oligarca de Argentina es Lázaro Báez, que tiene medio millón de hectáreas, y que perteneció a un gobierno oligarca como el kirchnerista, porque oligarquía es gobierno de pocos para beneficio de sí mismo. ¿Quiénes son los únicos que se beneficiaron después de 12 años? Se enriquecieron ellos, pero dejaron un tercio de pobreza, el país fundido, embargado, con cepo cambiario, peleado con todo el mundo.
–¿Cómo ve al gremialismo rural? Hay productores que dicen no sentirse representados.
–Yo lo veo muy fuerte. Las mesas de enlace provinciales y la nacional estamos permanentemente trabajando en lo que tenemos en común y me parece que hay una oferta suficientemente variada como para que cada uno que tenga vocación de servicio para trabajar por la producción pueda optar por las entidades que hay.
–¿Reunir a todos en una sola entidad, como las confederaciones que funcionan en Europa, es imposible?
–No sé si con el tiempo se podrá o no. Ahora estamos cómodos trabajando así y creo que es una manera eficiente de representar a la mayor cantidad de productores.