La eterna disputa entre defensores y detractores de los transgénicos escala un peldaño esta semana. Un centenar de premios Nobel acaban de firmar una carta a Greenpeace urgiendo a los responsables de la organización a que abandonen su oposición a los transgénicos y, más concretamente, a aquellas manipulaciones genéticas realizadas sobre variedades de arroz que podrían combatir las deficiencias de Vitamina A que causan ceguera y muerte a niños de los países en desarrollo.
Según explica The Washington Post en su edición de ayer, la carta insta a «Greenpeace y sus seguidores a examinar nuevamente las experiencias llevadas a cabo por productores y consumidores de todo el mundo con cultivos y alimentos mejorados a través de la biotecnología, reconocer las conclusiones de los organismos científicos y las agencias de regulación y desistir de su campaña contra los transgénicos en general y contra Golden Rice en particular».
Golden rice, o Arroz dorado en castellano, es una variedad de arroz producido por ingeniería genética y cuya característica principal es que tiene una mayor cantidad de Vitamina A, clave durante el embarazo para prevenir, entre otras dolencias, la mortalidad y la ceguera.
El Arroz Dorado fue creado por los científicos Ingo Potrykuus y Peter Beyer en el Instituto de Ciencias Vegetales del Instituto Federal Suizo de Tecnología de la Universidad de Friburgo. Su descubrimiento fue publicado en la revista Science en el año 2000 y, cinco años después, se anunció una nueva variedad, el Golden Rice 2, con veinte veces más de Vitamina A.
Ninguna de estas dos variedades está disponible para el consumo humano, entre otras razones, por la oposición que organizaciones como Greenpeace han emprendido contra ellas con el argumento de que el Golden Rice no es otra cosa que una llave para que las grandes corporaciones incorporen a su producción la manipulación genética y que esas nuevas variedades de alimentos puedan ser patentadas. Dos consecuencias que, en opinión de esta ONG, provocarían restricciones en el uso de esas variedades y perjudicarían a los pequeños productores.
Ante esta oposición, Richard Roberts y Phillip Sharps –Premio Nobel en 1993 en Medicina y científico jefe de la New England Biolabs, respectivamente–, pusieron en marcha esta campaña a través de la web supportprecisionagriculture.org en la que los científicos que lo deseen pueden sumarse a la iniciativa.
«Somos científicos y conocemos los mecanismos de la ciencia. Es sencillo ver que lo que Greenpeace está haciendo es dañino y anticientífico», declaró Roberts alWashington Post, y añadió que la actitud de la ONG sólo busca alarmar a la población y aumentar sus ingresos económicos.
La controversia entre los partidarios de los transgénicos y los seguidores de Greenpeace no es nueva. De hecho, muchos desconfían que esta iniciativa pueda hacer cambiar de opinión a los responsables de la organización ecologista a pesar del respaldo de los premios Nobel.
Según declaraciones al Washington Post de otro de los científicos que se han adherido a la iniciativa, Randy Schekman, «encuentro muy llamativo que grupos que confían en la ciencia en temas como el cambio climático global o incluso en la importancia de la vacunación a la hora de prevenir las enfermedades sean tan despreciativos ante las posiciones de los científicos cuando se refieren a asuntos tan importantes como el futuro agrícola del mundo».
Desde Greenpeace, aún no se han pronunciado sobre esta iniciativa. Sea como fuere, Roberts, que se considera seguidor de Greenpeace en otras muchas campañas, no pierde la esperanza. La carta ya ha sido firmada por 107 galardonados y, según sus estimaciones, todavía hay vivos otros 189 que podrían firmarla.
ACTUALIZACIÓN:
Greenpeace ha emitido un comunicado en respuesta a la carta de los premios Nobel. El texto, que puede ser consultado en este enlace afirma que «Las acusaciones de que alguien está bloqueando el desarrollo del arroz modificado genéticamente, conocido también como “arroz dorado”, son falsas. El “arroz dorado” ha fallado como solución y aún no está disponible para comercialización, incluso después de más de 20 años de investigación».
Además de esa valoración del arroz dorado, la organización ecologista reitera su idea de que «proporcionar a las personas comida real proveniente de la agricultura ecológica no sólo puede ayudar a acabar con la desnutrición, sino que también es una solución para adaptar la agricultura al cambio climático».
El comunicado concluye con un llamamiento a Gobiernos e instituciones filantrópicas a promover «la agricultura ecológica y resiliente al clima y capacitar a los agricultores para acceder a una dieta equilibrada y nutritiva, en lugar de seguir tirando el dinero en el “arroz dorado”».