Se perderán 36 mil puestos de trabajo por las heladas en Mendoza
El mayor impacto se dará en el campo cuando sea tiempo de cosecha para los frutales del Valle de Uco y algunos varietales de San Rafael. Las empacadoras de fruta también afectadas.
Mientras continúa la recepción de denuncias de productores afectados, para algunos sectores en disidencia con los datos oficiales, la superficie con daños por las heladas generales de la semana pasada supera largamente las 28 mil hectáreas. A la espera de que el peritaje a campo confirme el porcentaje de pérdidas estimado en 80%, por ahora se maneja una certeza: al menos 33 mil puestos de trabajo menos habrá durante la cosecha en el polo de frutales de carozo en el Valle de Uco y la vendimia de las variedades chenin y chardonnay en San Rafael.
La cifra se engrosa en 3 mil trabajadores al sumar los galpones de empaque que no tendrán materia prima suficiente como la ciruela, durazno y cereza temprana o primicia que se exporta a Estados Unidos y Alemania, entre otros mercados. "Al menos hasta fin de año, cuando se venga la otra cosecha, los van a trabajar con un 20% de la dotación habitual. La primicia demanda mucha mano de obra a partir de la cosecha y lo que ocurrió fue terrible", confirmó Lucio Quilpatay, secretario del Sindicato de Trabajadores Frutihortícolas de Mendoza.
Según la Sociedad Rural de Valle de Uco, durazno, ciruela y cereza para consumo en fresco emplean -cada año- a 32 mil trabajadores con una incidencia menor de la fruta de pepita (manzana y pera). Para su presidente, Mario Leiva, "son puestos que hoy no están por la helada, que se llevó un 35% de la producción", un hecho agravado por "falta de rentabilidad, altos costos laborales, suba de precios de los insumos, alto costo del flete y falta de competitividad".
A ese recorte obligado de empleos hay que sumar al menos otros 1.000 estables en San Rafael, anualmente vinculados a la vendimia temprana de uvas blancas. Son los empleos que, de acuerdo con la Cámara de Agricultura, Industria y Comercio en base a datos del Centro Vitícola, se perderán por los brotes quemados de chenin y chardonnay, dos tipos cuyo ciclo fenológico se anticipa al resto.
"Puede que la afectación general esté por encima de las 28 mil hectáreas. El tema es cuantificar el daño real,pero se sabe que en el damasco y durazno que estaban floreciendo y en la ciruela, que tiene una brotación dispar según la variedad, habrá un impacto importante. Y más todavía si se tiene en cuenta que el sector agrícola de San Rafael mueve el 20% de la mano de obra en la región", analiza Claudio Manrique, de la específica de Agricultura de la Cámara.
Por su parte, la directora de Empleo de la Provincia, Dora Balada, confirma el dato de mano de obra empleada. Y si bien asegura que el impacto laboral está evaluándose, aclara que "dentro de esa cifra hay mano de obra migrante que llega a la cosecha frutícola y sigue para la vendimia".
Otros 20 mil en riesgo
Como el cálculo final de la merma en producción, el saldo de puestos de trabajo que se cobrarán las heladas no está cerrado. De hecho, de acuerdo a datos de la FAA (Federación Agraria Argentina) Regional Cuyo, si se confirman pérdidas totales estará en riesgo la estabilidad laboral de 20 mil trabajadores frutícolas en la zona sur de General Alvear.
Es el número que, como explica Carlos Acetoni, director de la FAA Cuyo, "iban a emplearse en labores culturales como el raleo y también en cosecha". En números finos, una finca con durazneros toma unos 20 jornales por hectárea, capaces de recoger 50 cajones cada uno (1.000 kilos), y unos 40 cajones en el caso de damasco y ciruela.
Escéptico frente al pronóstico oficial, Acetoni reafirma que "sin un relevamiento a campo estimar si son 28 mil hectáreas o más es prematuro. Tratándose solamente del 10% de la superficie productiva de la provincia puede que nos llevemos una sorpresa, porque junto al daño visible en la planta está el que sigue produciéndose días después".
Por su parte, a la espera de que esos días transcurran para conocer el dictamen final de los agrónomos, Leiva arriesga que "aunque no se pueda precisar aún, de sólo recorrer La Consulta y Tunuyán estimamos que serán más de 30 mil hectáreas. Ya no quedan duraznos brotados ni brindillas".
La agudización de la crisis para una rentabilidad primaria ya al límite le sirve a Acetoni para dar una definición contundente: "A diferencia de lo que debería suceder, que el ingreso de una cosecha sirva para "tirar" un año, este va a ser un año de 18 meses", definió.