Caña de azúcar

Reducir pérdidas

Para crecer, este cultivo no soporta temperaturas bajo cero y requiere como mínimo entre 14 y 16º C. Recomendaciones de los técnicos del INTA Famaillá, Tucumán, para enfrentar las heladas

9 Sep 2013

La caña de azúcar es una producción clave de la economía regional de Tucumán, Salta y Jujuy –con una participación del 98% sobre el total de la producción nacional–. Este cultivo de fuerte identidad cultural, requiere para su crecimiento temperaturas mínimas de entre 14 y 16º C, con óptimas de 28 a 32º C y no soporta aquellas inferiores a cero.

Recomendaciones de los técnicos del INTA Famaillá, Tucumán, para enfrentar las heladas.

De acuerdo con Roberto Sopena –jefe del Grupo Caña de Azúcar del INTA Famaillá–, “este fenómeno climático produce una serie de modificaciones en la arquitectura del cañaveral y en el contexto general de la cosecha a las que el productor debe estar atento, para no aumentar las pérdidas”. 

El primer paso que se debe dar es un monitoreo de las pérdidas de acuerdo con la metodología del INTA para disminuirlas en tiempo real dentro del campo. “Las cifras aceptadas son del 3% del rendimiento cultural, la mitad en precosecha y la otra mitad de caña trozada y soplada”, indicó Ricardo Rodríguez, técnico del INTA Famaillá. “Las heladas severas incrementan el ritmo de cosecha y con ello el error común de creer que más velocidad es más caña, cuando en realidad es más pérdida de materia prima”, aseguró Sopena. El frío y la consecuente deshidratación generan cañaverales más frágiles, por lo que aumenta el riesgo de quiebre de tallos durante la cosecha. “Para evitar pérdidas se debe controlar y regular la velocidad de avance de la máquina, como así también la altura del rolo volteador”, recomendó Rodríguez.

Asimismo, los tallos presentan una menor densidad y peso, lo que eleva la posibilidad de mayores pérdidas por soplado. En cuanto a las regulaciones del extractor primario, los especialistas recomiendan llevar una velocidad conveniente a cada lote que oscila entre las 900 y 1000 revoluciones por minuto (r.p.m.). Por su parte, aquellos lotes afectados por las quemas accidentales también aumentan su fragilidad y la ausencia de hojas dificulta la recolección y reduce la efectividad de los rolos divisores. En este caso, Rodríguez sugirió “regular la velocidad de avance, la altura del rolo volteador y minimizar las r.p.m. del extractor primario, es decir, lo más bajo y lento posible”