Se evidencian señales preocupantes en la cadena agrícola local
Según un concesionario de equipos agrícolas: "Si tomamos 2011 como base 100, puedo decir que en 2012 vendimos un 50% y en 2013 espero llegar a un 25%"
Adalberto Sanz, que vende varias marcas de sembradoras, pulverizadoras y máquinas para forraje, y es prestador de servicios de transporte en el noroeste bonaerense, afirmaba: "La semana pasada hubo reunión de concesionarios de una marca de sembradoras y la terminal anunció que colocó nueve equipos en lo que va de 2013 en la red, frente a los 12 que necesita ubicar para cubrir los costos", agrega. Los bajos rindes por inundación, sequía y tornados, y la reducción de precios de la soja explican la actitud retraída de la demanda. "La soja dejó de ser rentable en la zona", sintetiza Sanz.
Si bien todavía es temprano para tomar el pulso final de las ventas de sembradoras, también es cierto que muchos concesionarios se han visto obligados a interrumpir la financiación de nuevas operaciones al no poder cobrar las viejas. Otros no están tomando equipos usados porque no se los pueden vender a sus compradores habituales, los contratistas y pequeños productores.
En función de esa realidad, algunos concesionarios de maquinaria agrícola están achicando sus estructuras y despidiendo empleados; otros cierran. "Yo me vi obligado a indemnizar a dos mecánicos y a quedarme con menos gente para mantener el negocio y capear el momento difícil; en 2013, la puesta en marcha de las máquinas en el campo la voy a hacer yo", confiesa Sanz.
Los transportistas también sufren los efectos de la coyuntura. Sanz tiene camiones, pero casi no obtiene utilidades con su movimiento: "Un flete de Cañada Seca a Rosario se factura alrededor de $ 4100, con una tarifa de $ 150 por tonelada. De ese importe hay que destinar $ 2100 para el gasoil y cerca de $ 1600 para el chofer entre el sueldo fijo, el porcentaje sobre los kilómetros y los aportes y cargas sociales. Quedan $ 400 de beneficio neto por viaje", calcula Sanz, que recuerda que una cubierta del equipo cuesta $ 5500.
La baja tarifa del transporte de granos se asocia a la gran cantidad de camiones que vienen del Norte, donde no habrá cosecha, y a l a escasa producción de maíz en la región pampeana. "Para llenar un chasis con maíz hacen falta sólo tres hectáreas; para hacer lo propio con soja se requieren diez", distingue el empresario. El maíz no abunda porque los productores no tienen asegurada su comercialización. Lo mismo pasa con el trigo: "Los agricultores no muestran entusiasmo por sembrar porque no saben si recuperarán el dinero invertido en fertilizantes luego, al momento de la cosecha", apunta un productor de la zona. En virtud de estas restricciones, muchos productores conservarán lo cobrado por la soja para vivir en los próximos meses y recién volverán a mover las máquinas en primavera, para sembrar soja de primera.
Muchos contratistas también enfrentan dificultades económicas y financieras. Cobraron $ 180 por hectárea para sembrar y negocian en torno de $ 200-250 por hectárea la trilla, cuando reparar un cabezal maicero cuesta $ 100.000. El ahogo financiero a que han llegado determina que algunos hayan vendido equipos y otros abandonaran campos en alquiler. "Los arrendamientos con pago anticipado se liquidaron con una soja de unos $ 2000 por tonelada y hoy se debe vender a $ 1500; hay un aumento adicional del alquiler por esta causa", calcula Sanz.
Los contratistas que mantienen la decisión de seguir vinculados con el propietario del campo están hablando de agricultura a porcentaje. "Le adelantaríamos dinero al dueño a medida que lo necesite, pero como parte de un porcentaje final", propone uno de ellos.