Deporte

Boca fue una sombra y su sueño se pinchó ante Independiente del Valle

En la Bombonera, los ecuatorianos se impusieron 3-2 y se clasificaron a la final. El equipo de Barros Schelotto chocó de frente contra su propia impotencia: Orion cometió un error garrafal y Lodeiro falló un penal

15 Jul 2016

Fue derrumbe. Con estruendo y consecuencias de una implosión. De la cabeza a los pies, y en escasos 120 segundos, la confianza de Boca de llegar a una nueva final de la Copa Libertadores de América se hizo añicos y voló por el cielo de un barrio preparado para otra noche de gloria que terminó en doloroso funeral deportivo compuesto por un equipo que se diluyó hasta la nada y algo más de 50.000 hinchas a los que, como testigos espantados, les sobraron preguntas y les faltaron respuestas.

Fue como un flash. Entre la conversión de Cabezas -a los defensores de Boca les cabecearon dos veces en el movimiento previo- y el horror de Orion -comprometió a Cubas con un pase insensato- que significó la sepultura del partido, porque Julio Angulo convirtió el gol más fácil de su carrera, el minutero giró dos veces. Justo en un segmento del juego en el que la multitud esperaba un dominio absoluto de Boca que encarrilara el pasaje a la final.

Por el contrario, el sueño de Independiente del Valle sigue subiendo como un barrilete al que no se le corta el hilo. Más allá de lo que le depare el futuro, en su historia figurará un capítulo brillante que contará que en el año 2016 eliminó en Buenos Aires primero a River y después a Boca. Esta vez, a diferencia de lo que pasó en el Monumental, terminó manejando la pelota, defendiendo a morir luego de clavarle las banderillas a una bestia torpe que iba por instinto y con un Azcona (hasta atajó un penal de Lodeiro) que hizo nuevamente un aporte decisivo.

¿Qué le pasó a Boca? Varias cosas negativas y todas simultáneas. Como en un racimo y antes de que el duelo gastara su primera hora. Defendió mal y por esos errores tuvo que mover desde el círculo central. Tuvo a Carlos Tevez en la peor prestación individual desde que dejó la Juventus para volver a vestirse con los colores que ama. No apretó el gatillo cuando a continuación del 1-0 tuvo a los ecuatorianos servidos como para liquidarlos más fácil de lo imaginado. A Pavón, que arrancó como para figura, se lo llevó la corriente del desconsuelo cuando el marcador pintó el 1-3, aunque volvió a la escena cuando la misa estaba dicha.

Sin embargo, la historia de anoche tuvo un capítulo especial en el primer tramo. Aquella tempranísima barrida de Pavón en la propia nariz de Azcona pareció indicar que Boca le pasaría el trapo a un equipo ecuatoriano que no pudo disimular, sobre todo en los 20 minutos iniciales, lo que le pesaba la mochila de jugar en un escenario que pisaba por primera vez. Si movió la pelota y apenas le duró cinco segundos, porque el pase de José Angulo hacia atrás terminó en un pelotazo de Rizotto a la cabeza del Cata Díaz.

Fue una presión implacable, casi de modo asfixiante, la clave de ese arranque ganador del equipo argentino. Más algunos detalles puntuales: 1) el baile que Pavón le pegó a Ayala, a tal punto que el lateral izquierdo duró sólo 37 minutos en cancha; 2) la decisión y el criterio de Fabra para convertirse en un lateral-volante imparable, con centros de la muerte como en el gol de Pavón y en el derechazo de Jara en el travesaño; 3) el empuje de Zuqui y Pablo Pérez para recuperar rápido y reconstruir la pelota en nuevos ataques antes de que los ecuatorianos empezaran a elaborar algún contraataque.

Nada de importancia había pasado en el área de Boca cuando Orion bloqueó un disparo de Sornoza con mínimo ángulo. A continuación, la pelota le quedó a Caicedo, de frente, para clavar ese 1-1 que fue el principio del fin.

Se fue Boca de la Copa. Con ratos muy feos en el juego. Sin luces. Y el dolor de no ser ni poder.