El maíz lejos de los puertos estimula al cerdo
Productores de cerdos de la provincia formaron una cámara. Entre sus metas: defender los intereses del sector.
En los últimos cinco años, la cantidad de establecimientos dedicados a la cría de cerdos en la provincia se expandió 27 por ciento; el stock de madres, 35 por ciento; y el total de cabezas, 42 por ciento. Estos datos, del libro El aporte del campo a la economía de Córdoba de la Bolsa de Cereales y Fundación Mediterránea, sirven como un marco que explica la dimensión que ha tomado este sector y como argumento para la creación de una nueva asociación vinculada a la producción en la provincia.
Se trata de la Cámara de Productores Porcinos de Córdoba (Cappcor), encabezada por Mario Aguilar Benítez (presidente) y Alfonso Aguilera (vice), quienes en diálogo con La Voz del Campo adelantan cuáles son los objetivos que persiguen con esta nueva entidad que ya tiene personería jurídica y autoridades electas.
“Las primeras reuniones comenzaron en septiembre y nos pusimos de acuerdo rápido porque todos los productores veíamos que había una necesidad de representación para poder sentarnos con las autoridades, conversar los diversos temas que nos afectan y defender nuestros intereses”, comenta Aguilar.
Cabe recordar que, a nivel nacional, existe la Asociación Argentina de Productores Porcinos (Aapp), de la que Cappcor pretende ser parte más adelante, cuando esté en pleno funcionamiento. Sin embargo, “hay problemas –puntualiza Aguilera– que tenemos aquí y en otros sitios no están o son distintos. Por ejemplo, los medioambientales, de regulaciones sanitarias o impositivos, que necesitan ser tratados a nivel local”.
Otro aspecto importante es que esta asociación surge bajo el paraguas de la Bolsa de Cereales, teniendo en cuenta que el fin primordial es incrementar el agregado de valor.
Objetivos
Aunque la entidad todavía está en génesis –Aguilar sostiene que el año 2016 será de “consolidación”–, las reuniones que han mantenido sus fundadores han servido para ir estableciendo algunos objetivos. Entre ellos, defender los intereses comunes de los productores porcinos, generar canales de diálogo eficientes con las autoridades y recabar información y estadísticas del sector.
Para lograrlo, Aguilera menciona que necesitan alcanzar una “masa crítica” de representatividad, que represente al menos al 50 o 60 por ciento de los productores porcinos cordobeses. Quienes integran la cámara suman alrededor de 20 mil madres y la estimación es que, a nivel provincial, se crían de manera intensiva unas 100 mil.
“Queremos transmitir quiénes somos, cuánto producimos, cuánto empleo generamos, cuál es nuestro producto bruto y, a partir de allí, trabajar con las autoridades temas ambientales, regulatorios, de habilitaciones; y aspectos comerciales. Estar involucrados y que no aparezcan noticias que puedan cambiar el juego y nuestro negocio radicalmente”, resume Aguilar.
Y agrega: “No puede ser que las autoridades se reúnan para definir, por ejemplo, la Ley de Ambiente y no tengan con quién sentarse del sector productivo porcino y hablar de las factibilidades de ciertas y determinadas medidas. Necesitamos conversar con ellos sobre todas las cuestiones que tienen que ver con producir de manera sustentable y que no se tomen decisiones que no beneficien ni al ambiente ni a la producción”.
Otro de los objetivos es posicionar a Córdoba como el polo argentino de producción de carne porcina. Desde la Cappcor estiman que la provincia representa aproximadamente el 40 por ciento de la producción nacional de cerdos, estimada en 250 mil madres.
Para Aguilera, “no es utópico pensar que Córdoba sume 100 mil madres más en los próximos años” y asegura que “es una de las mejores zonas del mundo, sino la mejor, para hacer cerdos”. El primer factor que sustenta esta hipótesis es la accesibilidad al maíz: al estar lejos del puerto, quienes lo producen encuentran en su transformación en carne una alternativa atractiva para evitar los altos costos de trasladarlo al puerto. El segundo es el clima: “Las temperaturas medias son muy buenas, la humedad relativa es baja y tenemos tierras con el agua cerca”, detalla Aguilar.
Si se tiene en cuenta que, para montar una granja intensiva, se necesita una inversión mínima de 5.000 dólares por madre y que, en promedio, cada 50 madres se crea un puesto de trabajo directo; duplicar la cantidad de cerdas implicaría inversiones por 500 millones de dólares y dos mil puestos de trabajo directos. A eso hay que sumar lo que puede sumarse de manera indirecta, por ejemplo con los traslados de los animales y en inversiones industriales.
El ambiente, clave
Aunque no hacen foco sólo en ese punto, tanto Aguilar como Aguilera repiten recurrentemente el tema ambiental como uno de los que necesita trabajarse mejor con las autoridades. “Bien encarada, nuestra producción genera soluciones. El subproducto es un fertilizante orgánico”, afirma Aguilera.
Se refiere concretamente al denominado “purín de cerdo”, que se conforma con el guano y los diversos efluentes que genera la granja productora y que, según Aguilar, es una gran fuente de nitrógeno y fósforo, ideal para fertilizar el maíz. Además, estos residuos se pueden transformar en biogás. “Es un círculo virtuoso: una cerda con su descendencia produce fertilizante suficiente para una hectárea y una hectárea es el alimento que necesita esa cerda con su descendencia. Además, con este subproducto se puede generar una energía 10 veces superior a la que necesita la granja para funcionar”, ejemplifica Aguilera.