Las ventas aún son poco agresivas
La soja será liquidada en la medida de las necesidades de los productores, que monitorearán la marcha del dólar con la misma dedicación que autoridades del Banco Central
El mercado de Chicago viene anticipando, desde hace ya varias semanas, una perspectiva de debilidad en la plaza de soja, producto de las eventuales ventas que realizarán los productores argentinos, ya resuelto el nuevo tipo de cambio vigente en nuestro país. Subyace la creencia que Chicago asistirá a una marcada liquidación de stocks que inundará de mercadería al mercado mundial.
Esta teoría, sin embargo, dista de ser totalmente correcta. Si bien es cierto que los productores han mejorado notablemente su situación, las ventas a materializarse no resultarán ser tan agresivas como piensan hoy varios analistas de Chicago.
Las recientes medidas económicas del Gobierno han comenzado a restaurar la pésima situación en la que se encontraba sometido el sector productivo, fuertemente endeudado. A partir de este nuevo escenario, los productores locales pueden lograr cancelar sus pasivos con menor cantidad de mercadería, pudiendo reservarse una parte de ella para ahorro.
Este fenómeno se hace particularmente notable en productos como maíz y trigo, más que en soja. Un productor que había contraído una deuda de un $ 1 millón a pagar en el curso de este mes la cancelaba -antes de las elecciones en la primera vuelta del 25 de octubre- vendiendo 900 toneladas de maíz disponible. Hoy esta deuda es revocable con solamente 500 toneladas del mismo producto, lo que implica un ahorro del 80%, y refleja la enorme injusticia a la que estaba sometido el productor, con permanentes aumentos en sus costos estructurales y apostando a un cultivo de escasa o nula rentabilidad.
La soja, por su parte, será liquidada en la medida de las necesidades de los productores, que monitorearán la marcha del dólar con la misma dedicación que autoridades del Banco Central. De ahora en más el precio de la divisa resultará un elemento de decisión tan importante como la marcha de la plaza internacional y el escenario climático local.
Afortunadamente, los tres riesgos centrales del sector, superados ya aquellos otros que resultaban insalvables -como el atraso en el tipo de cambio, permisos discrecionales de exportación, retenciones excesivas, etc.- resultan nuevamente arbitrables en los mercados. El riesgo climático, a partir de seguros específicos para estos eventos, y el de precios de granos y dólar, gracias a la excelente estructura de nuestros mercados locales, que afortunadamente sortearon con éxito las regulaciones impuestas que distorsionaron marcadamente el esquema formativo de precios que afectó al sector.
El Mercado a Término de Bs. As., con casi 109 años de existencia, permitirá ahora, mucho mejor que antes, ser el referente de los precios agrícolas de nuestro país y de una región también dependiente de nuestra producción. La concentración de las operaciones en este ámbito resulta ahora indispensable, en el contexto de un mercado agrícola hasta ayer desordenado y disperso, sin uniformidad y con escasa transparencia.
La mejor defensa de los productores, en este nuevo orden de reglas claras, es el mercado. Pero para que pueda seguir creciendo en eficiencia es indispensable la participación de todos los sectores vinculados a la cadena de comercialización granaria. Cuanta mayor participación, mayor transparencia y cuanta mayor transparencia mejor eficiencia en el descubrimiento de precio y previsibilidad, en el marco de una actividad que resulta, de por sí, bastante imprevisible.
Cuando se habla del retorno de la institucionalidad en nuestro país no sólo se discute el rol de los distintos poderes a nivel nacional. Tiene que ver también con el protagonismo que deberán recuperar los mercados, las Bolsas y las cámaras gremiales que aglutinan los diferentes eslabones de la cadena comercial.
Sin mercados institucionalizados, sin transparencia y con dispersión de los actores de la oferta y la demanda, las acertadas medidas adoptadas recientemente por el Gobierno nacional languidecerán. De todos nosotros depende, entonces, retomar el camino perdido.
En Brasil
La revista especializada "Oil World" anticipa que Brasil obtendrá, en 2016, una cosecha de soja de 97 millones de toneladas, que actualmente cuenta con el riesgo potencial de reducirse aún más, en función de la marcha del clima en las próximas semanas. Los analistas de esta publicación entienden que el nivel productivo, de persistir las actuales condiciones, podrían llegar a situarse en los 95 millones de toneladas, en comparación con los 96,2 millones obtenidos en 2015.
Las regiones del centro y norte de este país continúan con clima muy seco; estas zonas contabilizan un tercio de la producción esperada, lo que genera una justificada preocupación. Algunos productores se plantean la difícil decisión de resembrar en muchas de estas regiones, lo que significa mayores costos y la utilización de variedades de ciclo más corto, de menor rendimiento potencial.
En el sur, básicamente en los estados de Rio Grande do Sul y Santa Catarina, el escenario es opuesto. Aquí, el exceso de precipitaciones demoró las siembras y favorecieron el desarrollo de enfermedades que han requerido la aplicación de fungicidas.