"Los candidatos debatieron con mirada adolescente"
Tal como se preveía, y más aún, Daniel Scioli fue al debate de anoche con un eje principal tan claro y definido que hasta un adolescente muy poco interesado en la política, aunque atraído por el histórico evento, comentó sorprendido: “Scioli habla más de lo que va a hacer Macri que de él mismo”.
No era tan previsible la forma en que Macri iba a responder en el debate a la campaña negativa del oficialismo, que se apoya en recordar algunas votaciones negativas de sus legisladores (reestatización del sistema provisional, YPF, Aerolíneas Argentinas, etc), subrayar ciertas declaraciones desafortunadas del candidato (fondos buitres) y, fundamentalmente, insistir en las riesgosas consecuencias de la devaluación torpemente anunciada por Alfonso Prat-Gay.
Y Macri respondió a eso a lo Durán Barba. Haciéndose el distraído del tema específico y tirando la pelota afuera.
Lo mismo hizo Scioli cada vez que su adversario lo incomodaba con los puntos flojos de los doce años kirchneristas, como el déficit energético o la inflación. “Estás debatiendo conmigo; no con el gobierno que termina el 10 de diciembre”, respondió. Claro que, cuando le resultó funcional, Scioli no dudó en reivindicar lo hecho por el gobierno.
En términos de propuestas, ninguno agregó nada demasiado importante a lo ya conocido. Y ambos cayeron en las consabidas demagogias de campaña. Por ejemplo, Macri prometiendo miles de millones de dólares en infraestructura, y Scioli asegurando que mantendrá los subsidios a todos los servicios públicos.
Los dos minutos finales de cada uno son un buen resumen del debate. Macri apelando a la alegría, a la unidad y a la emoción. Scioli marcando que hay que optar y machacando con que Macri es el ajuste, Griesa y arrodillarse ante el Fondo Monetario.
A lo largo de todo el debate sólo una vez se hizo referencia a un problema medular de la realidad argentina: la desigualdad. Fue en el bloque sobre Seguridad y Derechos Humanos que Scioli dijo que “las desigualdades promueven la violencia”. Pero ni él ni Macri esbozaron medida alguna para achicar la brecha.
Si ganar el debate es sinónimo de captar votantes indecisos, es de una audacia enorme levantarle la mano a un triunfador. ¿Cómo saber si fue más eficaz el tono sereno y prolijo de Macri, o el modo enfático y serio de Scioli?
Más allá de todo, que el adolescente del principio se haya interesado en el debate es una muestra de que lo de anoche sirvió para que la democracia ganara en adultez.
El Cronista Comercial