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Saber qué, saber cómo (2da parte)

En la cancha se ven los pingos. Cuando el clima juega en contra la diferencia viene dada por el know how acumulado y los años de buen manejo del suelo. La fórmula para seguir en carrera. 2da parte.

Tiene chances

En soja también hay pérdidas, pero van a acotarse merced a las lluvias de mediados de enero. Eso sí, los lotes más tempranos ya habían hecho su ciclo antes de las lluvias y tenían pocas esperanzas de mejora. Una 3810 de DONMARIO batallaba al sol con apenas 13 nudos, cuandoen condiciones normales tira no menos de 20. De todos modos, tras las precipitaciones mencionadas puede rondar los 3.500 kilos, frente a los 4.000-4.200 que se logran cuando el clima ayuda; claramente el daño es menor que en maíz.

El 80% de la superficie de la oleaginosa en La Bélgica es semilla. “Lo consideramos una forma de agregarle valor a la soja –asegura Marcelo–. Nuestra planta presta servicio de procesamiento a DONMARIO y por otro lado genera simiente que vende como Semillero La Bélgica, pagando regalías a la empresa de Chacabuco. La soja que por alguna razón DONMARIO no quiere, va a consumo, si bien hay un mínimo establecido que tienen que llevar para que nos convenga el negocio. Sin dudas es más rentable que producir grano para la venta tal cual y es una apuesta al inexorable blanqueo del comercio de semilla en la Argentina. Tarde o temprano así será, porque de lo contrario los semilleros no encontrarán sustento para seguir investigando. Brasil ya nos ha superado en la materia y si no se reconoce al obtentor los nuevos eventos no van a llegar”.

Adriana Tablado y Francisco Vergara Schultz están a cargo de la planta de procesamiento de semillas. En una batalla abierta y directa contra la bolsa blanca, cada día intentan demostrarles a los productores que sembrar simiente de calidad, con buen PG y con adecuado respaldo, es a la larga más redituable.

La planta de La Bélgica –1.500 bolsas diarias, y van por más– cuenta con una limpieza con zarandas y ventilación, una mesa densimétrica en que se separan las semillas de menor peso específico (tienen vigor insuficiente), y los caracoles que eliminan todo lo que no es redondo (maíz, soja ovalada por golpe de calor y otros). Este año vendieron 30.000 bolsas.La siembra de soja se planifica de manera específica, dado que el 70% es prebásico para DONMARIO. Se la implanta sobre maíz y con los técnicos de la semillera se lleva a cabo un monitoreo respecto del híbrido del cereal de que se trata y la cantidad de espigas que pudieron haber quedado. Se les da prioridad a los lotes que se cosecharon verdes (alta humedad) y se utilizan cultivares de los GM III, IV corto y IV largo, y de los GM V y VI (materiales específicos) de acuerdo con la demanda que enfrente la semillera.

El resto de la soja también se plantea con una planificación igualmente aceitada, porque es para la venta del semillero propio. Incluso lo poco que queda como consumo se lleva adelante asi mismo con alta tecnología. Es el segundo año que utilizan semilla precurada (Q-Max plus) con excelentes resultados. “La campaña pasada el resultado fue notable: implica facilidad de manejo, se puede ahorrar semilla (emplearon 53 kg/ha, 25-30 kilos menos que lo habitual) con índices de nacimiento por encima del 90%. Como incluye un inoculante de primera calidad las diferencias de nodulación se ven claramente –puntualiza Figueroa–. Significa un gasto extra de u$s/ha 11, pero tenés todas estas ventajas y debés considerar el costo de la dosis que usabas y la semilla que te ahorrás. Eso sí, algunos vendieron el mensaje de un mayor rinde, lo cual no es tan fácil de ver”.

En La Bélgica fertilizan muy fuertemente los cultivos antecesores y no la soja, que sí recibe nutrientes extra en los campos arrendados en San Luis y Buenos Aires, en virtud de los buenos resultados generados por el uso de un arrancador en una y otra zona. En ningún caso la distancia entre hileras supera los 42 cm; la mayoría se implanta a 35 cm, con placa, grano por grano.

“Venimos subiendo los techos en soja, con picos de rindes muy interesantes –apunta Diego–. En este campo el agua es la protagonista excluyente y cuando nos acompaña los números del cultivo son cada vez más sorprendentes, porque cada granito de tecnología que aplicamos sube la vara. Hoy por hoy lo que te resta kilos son las enfermedades, y el riesgo es no tomarlas a tiempo. Hay que monitorear y tener el producto en el galpón, sobre todo cuando tienden a ser explosivas. Una logística equivocada te puede hacer perder muchos quintales aun y cuando hayas detectado el problema a tiempo”.

Por eso el fungicida siempre se presupuesta y nunca dudan del resultado: en mancha ojo de rana, por ejemplo, han logrado respuestas de entre 6 y 10 qq. El monitoreo es propio, y permanente, una vez por semana, salvo que exista riesgo de un desmadre. Como ocurre en maíz, en soja se llevan adelante ensayos de fertilización, incluso con micronutrientes, aunque en este último caso hasta ahora no ha aparecido nada significativo. Sí se pueden mencionar algunas respuestas interesantes con insecticidas de suelo. “En cuanto a las malezas, no tenemos mayores problemas, la rotación y el manejo corto y previsor –no permitirles que despeguen– les ponen límites”, apunta Vergara Schultz.

Más de lo mismo

El trigo se ha convertido en la Cenicienta del planteo, y no por su culpa. “Hace unos años presupuestábamos 25 qq/ha, hoy con 35 te estás quedando corto o sos exageradamente conservador –grafica Figueroa–. Es lamentable que justo cuando le hemos tomado la mano al cultivo el negocio haya dejado de ser tentador por una cuestión de intervencionismo”.

En La Bélgica tuvieron la suerte de vender gran parte de este cereal a un precio aceptable antes del nacimiento del nuevo año. Sin embargo, el trigo está en capilla, y ya le eligen reemplazantes. “En invierno será cebada, legumbres o directamente nada –avisa Moore–. Probablemente un mix; a la cebada le tenemos miedo por la elevada fertilidad del campo, y nos preocupa que a algún secretario de Estado se le ocurra ponerle retenciones pesadas al ver que se la siembra masivamente. De todos modos el mercado de trigo en algún momento te da la chance de calzar un precio razonable: hay que tener en claro cuál es tu precio de dolor y cuál es la renta que pretendés, y si ese valor está en el mercado vender un 50-60% del trigo. Si a esto le agregas achicar la superficie y hacer algo de arveja y de cebada, la cosa cambia”.

Como fuere, hasta que no avizoren alguna mejoría en el negocio del cultivo, en La Bélgica van a poner mucha cautela a la hora de hacer hectáreas de trigo. El maíz va en camino del mismo escenario, pero tiene otras opciones –aves, cerdos, feedlots–; hay cierta competencia interna, la exportación es más activa y existen más oportunidades para capturar precios.

En lo meramente productivo, el agua útil al momento de la siembra define el futuro del trigo. “Con perfiles llenos sabemos que la cosecha está asegurada, con perfiles al 50% es necesario manejar variedades, y si están muy descargados directamente no lo sembramos. ¿Ajustes positivos? Incorporar los materiales intermedios y cortos, que el año pasado nos dieron incluso 7.000 kilos”.

Como buenos productores CREA, Figueroa y compañía cuentan con ensayos de rinde con curvas de respuesta, lo que les brinda parámetros para decidir la fertilización, es decir saber hasta qué punto hay respuesta. Esto evita gastar de más o quedarse corto con el aporte de nutrientes. Tienen datos de campo de más de 15 años, con una fortaleza estadística muy buena.

El negocio

Ambos entrevistados coinciden en que el costo país es el peor de todos. Les alarma asimismo el probable cierre de la importación de defensivos durante una semana porque a un funcionario encargado de custodiar las reservas no le cierran las cuentas. “Las decisiones ilógicas son terribles en un negocio a cielo abierto, con costos en dólares que crecen, retenciones y un dólar congelado. Encima les ponen un candado a las importaciones y los costos de maquinaria y cubiertas se van a las nubes”, se quejan con razón.

En cuanto a la tan en boga industrialización en origen, consideran que depende del lugar en que se encuentre el campo. “Además, si querés transformar el maíz en carne no te olvides de que el día que liberen el precio hoy regulado del cereal podés quedar fuera de juego. Por eso preferimos apostar al semillero –una inversión de u$s 500.000–. Siempre hay que analizar cuán genuino es el negocio en que te estás metiendo, y si tiene reglas de juego claras”, avisa Moore.

Figueroa asiente, al tiempo que pone de relieve la existencia de un alto riesgo para quien produce. “Preferimos levantar la pata –se lamenta–, veníamos con un plan ambicioso y nos quedan pocas ganas. De octubre a la fecha se enrareció todo. Ya no hay créditos a tasas razonables y es difícil planificar, encima con una seca muy dura. Por ahora la consigna es parar la pelota”.

Ing. Agr. Claudio Gianni