Por la RN 33: Trenque Lauquen
Todo explota de verde y no sólo porque estamos en la pampa húmeda. Un recorrido por nuestro querido Trenque Lauquen
Después de este merodeo básico, llegar al centro es viajar al pasado sin escalas. Manzanas divididas en calles muy amplias, con ramblas centrales y una palmera Phoenix en sus puntas: la mirada se expande sin obstáculos. Pero no todo es nostalgia. En 2013 se plantaron acacias, fresnos, algarrobos, abedules, cipreses, tilos. Aquí los árboles y las lagunas, como Los Quilmes y Loma Alta, son los principales protagonistas.
Roberto Mileo, abogado él y coleccionista compulsivo (su casa es un maravilloso “museo” de objetos antiguos muy bien conservados), es además un apasionado de la historia local. Sabe tanto que hay llaves de la ciudad que le pertenecen. Con él fuimos al Museo Histórico Regional Conrado Villegas. Él nos abrió las puertas del Museo Cívico, la casa en la que vivió el poeta Pedro Bonifacio Palacios, más conocido por uno de sus seudónimos, Almafuerte. Este gran maestro argentino ejerció el magisterio una veintena de años, pero en 1896 quedó cesante por “carecer de título”, aunque se dice que, en realidad, fue por sus poemas críticos hacia el gobierno. Él nos diría que: “Si te postran diez veces, te levantas / otras diez, otras cien, otras quinientas: / no han de ser tus caídas tan violentas / ni tampoco, por ley, han de ser tantas”.
La primera construcción de Trenque Lauquen se resguarda en un templete en donde está la comandancia, en el palacio municipal. No está abierto al público, pero con Mileo fuimos, entramos y nos quedamos conmovidos ante esas cuatro paredes de ladrillos de adobe donde se acuartelaba el general Villegas en los días de la conquista del desierto. Esta base de la guarnición militar dio origen, más tarde, al asentamiento. Estamos en la que fue la población número uno de la campaña del desierto. Las tropas llegaron en 1876; el primer fortín se levantó donde está el edificio El Faro, la parte más alta de la ciudad. De paso, sepa que Trenque Lauquen no significa Laguna Redonda como muchos sostienen (de redonda no tiene nada, dice Mileo), sino Laguna Apozada, y que nació con calles de 30 metros de ancho, requerimiento militar para efectuar la salida de las tropas sin trabas. Más tarde llegaron los boulevares para completar ese lujo espacial del que no le cuesta presumir.
La aparición del Howard Johnson, hace año y medio, hizo que el pulso de la ciudad se acelerara un poco. Aún hoy es una presencia novedosa en esta lejanía. Allí hacemos base. De regreso al hotel, al final de un día muy caminado, nos espera el masaje con piedras de jade que nos dejará planchados. El HJ está sobre la ruta, rodeado de la tranquilidad del campo. Mucho campo. Y mucho polo; su práctica y cría de caballos para tal fin son el adn de Trenque Lauquen, otra riqueza en este pago ubérrimo de sembradíos.