A la hora de evaluar las causas de este fenómeno, los técnicos explicaron que las condiciones climáticas adversas se dieron por la interacción de un sistema de baja presión en todos los niveles de la atmósfera que ingresó desde el Océano Pacífico y se fusionó con una masa de aire húmedo muy inestable en la provincia de Buenos Aires y el litoral. El ministro Arrieta señaló que “es clave continuar monitoreando la situación y obtener un panorama claro para saber cuándo se estabilizará el clima. No olvidemos que en estos 23 días de agosto, cayeron 223 milímetros de agua y este mes se convierte en el más lluvioso desde principios del siglo XX". Aclaró que si bien el volumen de agua caída y la saturación de arroyos perjudicó a varios centros urbanos, “asegura una humedad del suelo favorable para la cosecha gruesa y permite imaginar que se contará con una reserva hídrica acorde a las necesidades productivas del suelo”. En tanto, desde la Dirección Provincial de Economía Rural de Asuntos Agrarios se determinó que el estado precedente a estas lluvias se enmarca en un mes de julio con precipitaciones por debajo de lo normal y muy bajas temperaturas para la última quincena de este mes. Con los registros del último semestre y la situación previa de sequía generalizada, se abordó agosto con una situación de disponibilidad de agua buena exceptuando las zonas de
Lincoln, Carlos Tejedor, Carlos Casares y Nueve de Julio que, luego de las intensas precipitaciones de marzo-abril , recibieron agua desde fuera de la cuenca y debido a sus particularidades se produjeron inundaciones por escurrimiento (sumado a las lluvias). La situación del suelo que está reteniendo agua juega positivamente desde dos aspectos: primero, amortigua los efectos perniciosos de registros pluviométricos elevados (sobre todo si estos se producen en períodos de tiempo prolongados con bajas intensidades de lluvia); y segundo, el agua almacenada asegura una buena implantación y desarrollo inicial de los cultivos de cosecha gruesa. En el caso de las precipitaciones de los últimos 15 días, se ha producido una saturación de las capas superficiales del suelo y luego la manifestación de un encharcamiento generalizado que no reviste mayor gravedad pues se puede revertir rápidamente ante una mejora de las condiciones climáticas.
La zona más comprometida es el centro de la Provincia donde han caído 220 milímetros este mes en ciudades como Azul, Las Flores y Saladillo. En tanto la zona noreste como
Lobos, Cañuelas, San Vicente, Chascomús y Pila llevan entre 130 y 170 milímetros y tienen baja capacidad de almacenamiento de agua. Por ende llegan rápidamente al límite de saturación. En la zona norte y noroeste la situación no es grave aunque puede haber situaciones puntuales de desbordes de canales o arroyos. En
Azul, específicamente, hubo precipitaciones generalizadas, y no de características locales, y por eso el agua ingresó también por la Ruta 3. En 48 horas cayeron 100 milímetros, hubo un arroyo desbordado y los préstamos de la ruta colmados. En
Junín las precipitaciones suman 800 milímetros en lo que va del año mientras que a Los Toldos le llega agua desde Lincoln. En el mismo distrito hay una zona comprometida sobre el límite con Pehuajó.Por su parte, en el Sudoeste las precipitaciones de agosto trajeron alivio a la sequía que estaban padeciendo. En la zona de
Luján y Mercedes cayeron 163 milímetros en agosto mientras que en Las Flores fueron 200. En
Tres Arroyos, San Cayetano y Coronel Dorrego cayeron entre 170 y 200 milímetros pero el sistema absorbió bastante bien el impacto de las intensas precipitaciones. Finalmente, el Rio Salado se encuentra desbordado aunque es probable que no manifieste todavía el pico de crecida.