La polilla de la pera y la manzana, también llamada carpocapsa o -técnicamente- Cydia pomonella, es la plaga más importante de las frutas de pepita. A principios del 2019, la presencia del insecto en los campos del Alto Valle del Río Negro provocó que Brasil le cerrara sus puertas comerciales a las frutas argentinas de esa región.
Para controlarla se usan cantidades elevadas de insecticidas que impactan en el ambiente y complican la exportación de la fruta. La producción de bioinsecticidas es una alternativa para solucionar estos problemas. Un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) y del INTA Castelar indagó cómo mejorar las propiedades insecticidas de la bacteria Bacillus thuringiensis y consiguió resultados inéditos y alentadores.
En el INTA Castelar, María Inés logró seleccionar una variante nativa de B. thuringiensis y comprobó que resultó muy tóxica para la polilla. Incluso, observó un efecto insecticida superior al de otras cepas exóticas que hoy se usan en insecticidas biológicos.
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La investigadora encontró que la toxicidad de esta bacteria nativa fue hasta tres veces superior que la de una de una cepa exótica presente en bioinsecticidas comerciales. Este resultado sugiere que se podría mejorar el control de la plaga.
A partir de esta investigación se empezó a formular un bioinsecticida basado en la cepa nativa de la bacteria y dirigido específicamente a la polilla.
Según María Inés Onco- de FAUBA- la B. thuringiensis se lo encuentra en el suelo, en aguas estancadas o en la superficie de hojas de plantas. Como produce proteínas tóxicas -llamadas Cry- para algunos insectos, se lo usa como ingrediente activo en los bioinsecticidas más difundidos a nivel mundial para el control biológico de plagas.
Fuente: Sobre la Tierra