Los líderes de la comuna "Apacuana" viajaron por seis horas hasta una zona ganadera del este venezolano para comprar las vacas y dos toros, de unos 450 kilos cada uno, que pusieron a pastar en el amplio patio de una casa ubicada en una de las zonas más acomodadas del este de capitalino.
La residencia, cuya superficie es de unos 2.000 metros cuadrados, pertenece a la empresa telefónica estatal que la cedió a la organización popular desde hace dos años, dijeron cinco de sus miembros consultados.
Fue la alternativa que usaron para contrarrestar una crisis que ya el año pasado solo permitió a 40 por ciento de las familias comprar esta proteína cada semana, según un estudio de tres universidades donde se calculó que 6 de cada 10 venezolanos perdieron en 2017 aproximadamente 11 kilos de peso.
La compra de las reses consiguió garantizar dos kilos de carne a las familias miembros de la comuna, pero despertó la protesta de los vecinos molestos por las moscas y el olor que deja el proceso de despostar ese ganado en la residencia.
"Esta experiencia muestra la capacidad que tiene el pueblo de resolver ante la guerra económica", dijo Sulimar Pedroza, una líder de la comuna al mostrar cómo en pocos días solo quedaban cuatro reses vivas rumiando detrás de la casa.
En ese mismo patio se cocinaban dos cabezas de ganado en un caldero sobre una fogata a leña y un grupo limpiaba la panza de una vaca, mientras algunos cueros se secaban al sol con sal y cal.
"Hay un ataque contra esta idea, pero más loco está el que pretenda matar al pueblo de hambre", agregó la dirigente y candidata por el partido gobernante en las venideras elecciones de diciembre de legisladores municipales.
En la última semana los líderes de la comuna dicen haber repartido carne a centenares de personas por 560 bolívares cada kilo, casi la mitad del precio que ofrecen algunas carnicerías en Caracas.
Casi todas venden fuera del precio regulado de 90 bolívares por kilo cuando reciben los despachos bajo una aguda escasez de carne, pollo y huevos.
Algunas decenas de vecinos de esa casa que colinda con residencias de lujo y un centro de educación preescolar organizó una protesta para reclamar los riesgos sanitarios que crea la presencia de las reses y la venta de carne sin refrigerar en el lugar. Dicen que en la zona hay moscas verdes y temen se propaguen garrapatas.
"Por ser comuna no pueden hacer lo que les venga en gana", dijo Luisa Ferro, una vecina que lleva 18 años viviendo en una urbanización de unos 7.000 habitantes, entre ellos el alcalde de la zona por el partido oficialista.
"Es la primera vez en mi vida que veo que en una casa se cría ganado. Eso lo veía uno en fincas, no en la ciudad", agregó.
Algunos residentes sienten que están de manos atadas, porque el gobierno de Nicolás Maduro apoya el funcionamiento de estas comunas, que además se encargan de distribuir cajas de alimentos subsidiados entre las familias más pobres de las comunidades cercanas.
Este tipo de organizaciones comunitarias comenzaron a crearse desde el gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez, quien les otorgó miles de millones de dólares para proyectos alternativos al modelo económico capitalista.
Maduro las consideró "el epicentro de la solidaridad" y las llamó hace unos años a sembrar víveres en techos y balcones, al tiempo que acusaba a los empresarios de especular y acaparar productos para causar descontento en la población. Uno de sus ministros impulsó también este año la cría de conejos.
"Uno piensa que son cosas improvisadas, pero es el reflejo de la política del gobierno y del partido oficialista", advirtió Pedro Méndez, un dirigente local opositor que prepara una denuncia contra la comuna ante el Ministerio de Sanidad.
Raúl Hurtado, un agrónomo de 54 años que también vive en la zona pidió a sus vecinos mantenerse en alerta.
"Ahora son vacas que atraen moscas verdes y garrapatas, pero mañana pueden criar gallinas o cochinos", apuntó preocupado de esas ventas de carnes sin ningún permiso sanitario.